Por: Ricardo Elía
Abu l-Raihán al-Biruni fue un astrónomo, matemático, geólogo, físico, botánico, historiador, poeta y humanista musulmán de lengua persa al servicio del sultán Mahmud de Gazna que reinó entre 997-1030. Al Biruni nació en 973 en Birún un suburbio de la ciudad de Kaz (por entonces Juarazm o Corasmia, hoy Uzbekistán), situada en la orilla oriental del Amu Dariá (el Oxus de los griegos), y murió hacia 1048/1050 en Gazna (hoy Afganistán). Al-Biruni escribió ciento trece tratados de geografía, historia, astronomía, matemáticas y farmacia. Entre sus inventos figura el «método Biruni» para medir el radio. También inventó un método para medir el peso genérico de nueve metales y descubrió la naturaleza de la presión de los líquidos y un método para extraer la sal del mar. Por todo esto ha sido llamado “Padre de la religión comparada”, “Padre de la geodesia moderna”, “fundador de la indología” y “el primer antropólogo”.
Al-Biruni midió el radio y la circunferencia de la Tierra hacia el año 1018 en el fuerte de Nandana (en la región de Panyáb, hoy Pakistán). Obtuvo así resultados de sorprendente exactitud, atribuyendo al radio terrestre una longitud de 6.338,80 kilómetros. Hoy día se sabe que es de 6.370,98 kilómetros, como promedio, y de 6.353,41 en la latitud de Nandana, lo que entraña un un error de apenas 15 kilómetros. También realizó contribuciones para la Gnomónica, la ciencia encargada de elaborar teorías y reunir conocimiento sobre la división del arco diurno o trayectoria del Sol sobre el horizonte, mediante el empleo de proyecciones específicas sobre superficies. Igualmente, importantes son sus estudios sobre trigonometría.
Al-Biruni, que estudió a los sabios griegos y comprobó todas sus teorías, confirmó la esfericidad terrestre en su libro “Canon masúdico sobre el cielo y las estrellas”, dedicado a Masud Ibn Mahmud (sultán de Gazna desde 1030 hasta 1040), utilizando mediciones con el astrolabio, y logró con asombrosa precisión las dimensiones de la tierra, de la determinación de las coordenadas geográficas y de las diversas proyecciones. Hacia el año 1030, al-Biruni calculó el radio de la Tierra y demostró que nuestro planeta giraba alrededor del Sol (heliocentrismo).
Como prueba de agradecimiento, el sultán le ofreció una enorme cantidad de monedas de plata, pero al-Biruni rehusó el regalo diciendo: «Este obsequio me apartaría de la ciencia. No cambiaré nunca la perennidad de mi saber científico por efímeros oropeles, porque los sabios no ignoran que el dinero pasa y que la ciencia perdura».
A “El Canon de Masud” pertenece este fragmento de al-Biruni donde certifica la esfericidad terrestre: «Cuando observamos la sombra que proyecta la Tierra sobre la Luna advertimos que sus bordes son redondeados, particularmente cuando se trata de un eclipse total, y puede verse la sombra de la mayor parte de la circunferencia terrestre, así como su redondez, de donde se concluye que la intersección de la parte de la Tierra iluminada por el Sol y la parte que proyecta su sombra forma un círculo. Dado que estas intersecciones son muchas, puesto que corresponden en número a de las observaciones efectuadas, y que se refieren a diversas partes de la Tierra, el hecho de que tengan como característica común el proyectar, sin excepción, una sombra sobre la Luna, no cabe duda alguna en cuanto a la forma de la Tierra, que es redonda por todos lados.»
Y pensar que hoy, en la segunda década del siglo XXI, la falacia del terraplanismo alcanzó difusión masiva junto con el crecimiento del acceso a internet. A esos seres humanos embargados por la confusión y la incertidumbre deberíamos recomendarle la lectura de los textos de al-Biruni y de otros astrónomos musulmanes sobre la esfericidad de la Tierra.
Al-Biruni hacia 1018 acompañó al sultán Mahmud de Gazna en una de sus campañas y descubrió el mundo fascinante de la India. El resultado de casi más de doce años en el subcontinente se tradujo en la realización de su obra colosal llamada en árabe Kitab al-Hind (“Libro de la India”), que pasó a ser la principal fuente de información sobre ese enorme y antiquísimo subcontinente que los europeos desconocían absolutamente por entonces. En este tratado de historia, geografía, filosofía y moral, el sabio musulmán inserta la siguiente reflexión: «Sólo es digno de alabanza aquél que se aparta de la mentira y adhiere siempre a la verdad, gozando de respeto incluso entre los mentirosos, por no mencionar a los demás.»
En el Libro de la India, hay también una crítica a la división de la sociedad en castas y clases y una temprana declaración sobre la libertad, la igualdad y la fraternidad. Dice al-Biruni: «En nuestro tiempo, los indios establecen muchas diferencias entre los seres humanos. En eso nos distinguimos de ellos, pues nosotros consideramos a todos los hombres como iguales excepto en la piedad. Esta es la principal barrera entre ellos y el Islam.»
Al-Biruni, aleccionado por las enseñanzas islámicas que exaltan a convivir con todas las criaturas de Dios, decía: «Para amar a los pueblos, aprended su lengua y respetad sus costumbres, sus hábitos, su pensamiento y su religión».
* Secretario de Cultura del Centro Islámico de la Rep. Arg.