Martes 14.01.2025

Un camino posible para el Oriente Medio

Por: Damian Szvalb

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El camino hacia cualquier tipo de entendimiento futuro entre israelíes y palestinos requiere desactivar las simplificaciones peligrosas que inundan medios y redes sociales. El conflicto en Medio Oriente, con su complejo entramado histórico, no admite conclusiones apresuradas ni análisis superficiales. Los líderes de opinión global que alimentan narrativas simplistas solo profundizan las grietas y alejan las posibilidades de encontrar soluciones viables.

La guerra en Gaza nos enfrenta a la disyuntiva que el fallecido escritor israelí Amos Oz planteó, en otra etapa del conflicto entre israelíes y palestinos, con brillante lucidez: ¿elegiremos un final shakespeariano con un escenario repleto de cadáveres, o buscaremos un desenlace al estilo Chéjov, donde los personajes sobreviven con el corazón roto pero vivos?

A más de un año del brutal ataque terrorista de Hamas, cualquier discusión sobre el fin del conflicto debe partir de una premisa innegociable: la liberación de los secuestrados. Las familias que viven en la angustia perpetua de no saber sobre el destino de sus seres queridos son testimonio vivo de que no puede hablarse de ningún tipo de acuerdo mientras esta herida siga abierta.
El fundamentalismo que se manifestó con brutalidad el 7 de octubre debe ser inequívocamente condenado y excluido de cualquier mesa de negociación futura. La experiencia histórica demuestra que existen caminos posibles: la paz entre Israel y Egipto, construida sobre bases pragmáticas y con apoyo internacional, y luego de cuatro guerras, es ejemplo de que las soluciones políticas son viables cuando existe voluntad real de las partes.

La realidad demográfica es inexorable: aproximadamente 7 millones y medio de palestinos y 7 millones y medio de judíos comparten un territorio limitado. Por eso, ONG e instituciones religiosas, entre otras, pero esencialmente la comunidad internacional, tienen un rol fundamental para establecer mecanismos que, una vez liberados los rehenes, permitan construir canales de diálogo entre las partes legítimas del conflicto.

Argentina ofrece un ejemplo valioso en estos tiempos turbulentos donde el antisemitismo en el mundo volvió a emerger. El diálogo interreligioso construido durante décadas en nuestro país demuestra cómo los vínculos sólidos entre comunidades pueden resistir las tormentas más severas. Este modelo de convivencia y respeto mutuo, aunque en un contexto diferente, sugiere que las soluciones son posibles cuando se privilegia el pragmatismo sobre la retórica incendiaria.

El desafío será encontrar mecanismos prácticos que, sin pretender resolver todas las diferencias históricas, permitan detener la muerte y el sufrimiento.

* Académico. Analista Internacional