Domingo 22.06.2025

León XIV, en la línea de Francisco: cercanía, compasión y compromiso.

Por: P. Guillermo Marcó

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Estamos transitando los primeros días del pontificado de León XIV. Desde su aparición en el balcón de San Pedro, sus palabras han sido claras, profundas y llenas de esperanza. En esa primera alocución, evocó la figura de Cristo resucitado que nos trae la paz. En un mundo marcado por los conflictos, los muros y las divisiones, la palabra de este nuevo Papa —profeta de nuestro tiempo, nacido en Estados Unidos, latinoamericano por opción, y profundo conocedor de la Curia vaticana— puede ser un faro que oriente y una voz que consuele.

Muchos destacan su cercanía con el drama de los migrantes, una realidad que no le es ajena. En Perú, impulsó la creación de una casa-refugio para venezolanos que llegaban sin nada. Ese gesto, sencillo y evangélico, lo emparenta con la sensibilidad del papa Francisco, quien supo recordar al episcopado de los Estados Unidos que "no podemos quedarnos de brazos cruzados frente a la deportación masiva de personas". León XIV parece seguir esa línea: cercanía, compasión y compromiso.

Quienes lo conocen de cerca señalan su capacidad para escuchar, su gusto por el silencio orante y su estilo de diálogo sereno. No busca imponer, sino acompañar; no pretende alzar la voz, sino encarnar la voz del Buen Pastor.

En su encuentro con los periodistas acreditados ante la Santa Sede, tuvo palabras de reconocimiento hacia aquellos que, en búsqueda de la verdad, han sufrido persecuciones e incluso han entregado su vida cubriendo conflictos. "Hay quienes arriesgan todo por narrar lo que otros callan", dijo con respeto. Fue un gesto de valoración hacia una vocación muchas veces incomprendida y expuesta.

En otro plano, ha decidido confirmar todos los cargos de la Curia, explicando que necesita tiempo para discernir —en oración y con prudencia— los cambios que puedan ser necesarios. No se apresura, sino que camina con paciencia, dejándose conducir por el Espíritu.

Es clave comprender que no estamos solo ante el sucesor del Papa Francisco, sino ante el sucesor de San Pedro. La Iglesia se nutre de tres fuentes fundamentales: la Escritura, la Tradición y el Magisterio. Y el nombre elegido, León XIV, no es un dato menor. Es un guiño a la historia, pero también una promesa de continuidad con el espíritu de unidad, fe y doctrina clara. En tiempos de fragmentación y confusión, este Papa parece dispuesto a ofrecer una palabra firme y luminosa.

Recordando a León XIII, que decía: "La Iglesia, por voluntad de Dios, es la maestra de la verdad; y ha sido fundada para conservar íntegramente el depósito de la fe, y para defenderlo contra los errores humanos" (Encíclica Immortale Dei, 1885), podemos entender mejor la misión que asume hoy León XIV: custodiar la verdad, no como dogma frío, sino como camino que libera y plenitud que humaniza.

Recemos para que el Señor lo ilumine, lo sostenga y lo llene de sabiduría para guiar a la Iglesia en esta nueva etapa de la historia.