Por: P. Guillermo Marcó
La cuarta encíclica del Papa Francisco “Dilexit Nos” (“Nos amó”) recientemene difundida explora la profundidad del amor que une lo humano y lo divino, representado en el Corazón de Jesús. Lo hace a partir de que en las Sagradas Escrituras el corazón no sólo es el origen de los sentimientos, sino también de los pensamientos.
Francisco nos recuerda que el amor de Cristo es absoluto y nos invita a valorar esta amistad que supera nuestras aparentes desconexiones. Y en cuanto al amor genuino hacia los otros, el Papa enfatiza que requiere una transformación profunda de nuestro corazón egocéntrico.
A lo largo del texto, Francisco examina el corazón como símbolo de lo profundo y lo auténtico. Lo describe como el lugar de nuestra verdad, libre de máscaras, y eleva una oración por un mundo que, en medio de guerras, desigualdades y consumismo, recupere lo más importante. En definitiva, nos exhorta a redescubrir lo esencial.
Francisco reconoce nuestra vulnerabilidad como una vía hacia el encuentro auténtico con Dios y los demás, y afirma que nuestra capacidad de amar es fuente de sanación y construcción de relaciones sinceras. Critica la “sociedad líquida” que relega las emociones y señala que el corazón es lo que nos unifica y nos da un sentido.
A mitad de la encíclica, el Papa utiliza imágenes nostálgicas, como el recuerdo de aprender a cocinar con madres o abuelas, para ilustrar cómo los pequeños momentos sostienen nuestras vidas, imposibles de capturar en un algoritmo.
Para Francisco, el Corazón de Cristo también encarna el sacrificio y un amor que se entrega sin condiciones. La encíclica ahonda en episodios del Evangelio donde Jesús comparte su sufrimiento y vulnerabilidad, instándonos a vivir el amor de manera tangible.
En su cierre, Francisco destaca que el amor de Cristo nos invita a una relación auténtica y dinámica con Dios y a transformar nuestras comunidades y vínculos sociales. Solo mediante el “corazón” podemos construir un mundo más justo y compasivo, en una verdadera “comunión de corazones”.
Con “Dilexit Nos”, el Papa nos motiva a practicar un amor concreto y transformador, proyectado en la entrega y el respeto. Y al cerrar con una oración al Corazón de Jesús, le pide que de Él fluyan aguas que sanen, fortalezcan y nos inspiren hacia una sociedad más fraterna:
“Pido al Señor Jesucristo que de su Corazón santo broten para todos nosotros esos ríos de agua viva que sanen las heridas que nos causamos, que fortalezcan la capacidad de amar y de servir, que nos impulsen para que aprendamos a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno”.
“Eso será –concluye el rezo- hasta que celebremos felizmente unidos el banquete del Reino celestial. Allí estará Cristo resucitado, armonizando todas nuestras diferencias con la luz que brota incesantemente de su Corazón abierto. Bendito sea”.