Por: Ricardo Ríos
Primera anotación : “25.09.83 Vi a la Virgen por primera vez”. Cuatro días después, la mujer escribe “volví a verla”. Antes de que pasara una semana, se precipita el tercer testimonio: “La vi nuevamente”. En la cuarta ocasión de contacto visual con esa presencia sobrenatural que se le presentaba de repente, se arma de coraje y le pregunta qué quería de ella. “Se borró su imagen y apareció una capilla. Comprendí que quería estar entre nosotros”, le contaría en esos días la devota ama de casa a su confesor y a unos pocos íntimos. En la quinta aparición arrancaron los diálogos: “Has cumplido, no tengas miedo, ven a verme, de mi mano caminarás y muchos caminos recorrerás”, le habla por primera vez aquel ser celeste a su elegida como vocera, a la que entonces encomienda leer siete versículos de Ezequiel. “Son hombres obstinados y de corazón endurecido aquellos a los que yo te envío, para que les digas: ‘Así habla el Señor’”, señala el profeta en los textos bíblicos, como indicando un camino a seguir. Se inauguró así la saga de los casi dos mil mensajes “oficiales”, que desde hace tres décadas la Virgen viene encomendando difundir a Gladys Motta, una señora con latraza de cualquier vecina de un barrio humilde, aunque en rigor se trata de una persona singular (ver Un halo de ...). Estos episodios configuran el germen de una de las advocaciones más grandes con las que el catolicismo argentino venera a la imagen de María: la de la Virgen del Rosario de San Nicolás. Con los años, a medida que la Iglesia fue reforzando su respaldo al relato de Motta, y el boca a boca se iba extendiendo, la figura de la Virgen rodeada de siete estrellas (“siete gracias”) se convirtió en uno de los fenómenos de peregrinación religiosa más destacados de la Argentina, que se hace especialmente notorio cada 25 de septiembre, en recordación de aquella primera aparición. En atención a ese fenómeno de masas que despierta la Virgen del Rosario, la ciudad bonaerense de San Nicolás de los Arroyos, con algo más de 100 mil habitantes se prepara para atajar un aluvión de creyentes dentro de dos semanas exactas. Hoteles, campings, restoranes, todos los servicios van a girar al compás de una multitud deseosa de llevar pedidos, ofrendas o un agradecimiento al templo emplazado en el “campito”, a la vera del Paraná. Otros eligen llevarse agua del lugar en grandes bidones, o rezar a coro el rosario. En el 20° aniversario se juntaron más de 400 mil almas. Este domingo que pasó hubo más de 200 mil personas en la peregrinación entre Rosario y San Nicolás. “El Santuario es un espacio oxigenante de la vida cristiana del pueblo. Lo comprobamos a diario. La Iglesia ha confirmado que la piedad popular está animada por el Espíritu y ejerce una influencia decisiva en la evangelización del mundo”, dijo a VR el hoy arzobispo emérito de Corrientes, Domingo Castagna, un nombre decisivo en esta historia que, por su trama tan peculiar, capturó el interés de investigadores, teólogos, cineastas, escritores (ver “No fue fácil ...”). Ajenos a lo que pasaba en San Nicolás, en aquel septiembre de 1983, la mayoría de los argentinos esperaba con ansias la realización de las elecciones presidenciales que marcarían el fin de la dictadura militar y el inicio de la democracia. De las apariciones recién se supo sobre el final de aquel año. Pero entonces el tema interesaba más que nada a publicaciones sensacionalistas que abordaban cuestiones de misterio, como el fenómeno OVNI. “Todo lo que ha pasado en estos años con la Virgen del Rosario hay que verlo como un hermoso regalo de Dios”, dice el padre Pedro Peñalba, parróco de Jesús de la Divina Misericordia, de La Emilia, distante del santuario un puñado de kms. Peñalba cree además que entre la franciscomanía y la beatificación del cura Brochero, el número de peregrinos aumentará: “Es un momento de mucho fervor”,dice entusiasmado. Devota de la Virgen del Rosario de la primera hora y coordinadora de un grupo que viaja regularmente en combi a San Nicolás, Noemí Bunge, de Capital, dice que desde la aparición de la Virgen, “todos fueron milagros”. Y concluye: “Es así, lo vivo diariamente. La Virgen no es una estatua”.