Por: Mg. Lucas del Corral
¿Por qué a los jóvenes les preguntamos “qué quieren ser” y a los mayores “qué fueron”? ¿Acaso no “son”?
Durante la pandemia, en el año 2020, la población que más sufría las consecuencias del virus y de las medidas de restricción eran las personas mayores.
Población que ya venía siendo afectada por otra epidemia, la pandemia silenciosa de la soledad. Esta última producida, no por el estar solos, sino por el sentirse solos. Por ello, jóvenes de Scholas de diferentes partes del mundo salieron al encuentro de los mayores a través de videollamadas. Así nació el programa Estar Juntos.
Lo que sucedió en esos encuentros es difícil de explicar. Se compartieron costumbres, canciones, comidas, recuerdos tristes y alegres, sueños y pasiones.
Una evaluación de impacto de estas experiencias muestra cómo cambia la percepción que tienen los jóvenes hacia las personas mayores y cómo ayuda a disminuir la ansiedad y soledad. Además, se generan amistades que enriquecen, educan y alegran el corazón.
Si bien los jóvenes concurren queriendo ayudar a los mayores, enseguida descubren que es mucho más lo que reciben de lo que dan. Los mayores les cuentan experiencias y aprendizajes de vida, se comunican sin tapujos, les permiten apreciar nuevas perspectivas y los ayudan a poner en orden muchas prioridades de la vida, fruto de la sabiduría que dan los años.
Los jóvenes también redescubren la belleza como aquello genuino, único e irrepetible que conlleva cada vida humana. Se dan cuenta que se trata de ser más ellos mismos y menos de aparentar.
Estos encuentros rompen con los prejuicios hacia los mayores o edadismo. Ya no son indiferentes con lo que piensa y siente un mayor. Deja de ser invisible o descartado. Se genera así una cultura nueva, la Cultura del Encuentro. Por eso vale la pena revisar nuestra forma de pensar.
Se dice que los jóvenes son el futuro. Si son el futuro, hoy no “son”, tal vez mañana. Aún son una posibilidad, son en potencia. Por otro lado, se oye decir que los mayores son el pasado; si es así ya no “son”, fueron. Sin darnos cuenta vamos excluyendo a jóvenes y mayores de nuestro presente. No los escuchamos, no ocupan sillas en las mesas donde se toman las decisiones y así nos perdemos de perspectivas fundamentales que requiere la sostenibilidad de cualquier sociedad.
Es por ello que debemos entender que todos somos presente. Ni vamos a ser ni fuimos. Somos.