En Singapur, una nación que durante años ha liderado las clasificaciones de los países más prósperos del mundo, el anuncio de la salvación, confiado a la Iglesia, no se transmite mediante “discursos de sabiduría humana” (San Ignacio de Antioquía), sino a través del testimonio de corazones humildes y enamorados de Cristo. Experimentar la misericordia de Cristo es un acontecimiento inesperado que puede manifestarse de formas sorprendentes, incluso en esta Ciudad-Estado, inmersa en la búsqueda de la perfección tecnológica y la convivencia armónica.
Así lo expresa el cardenal William Goh Seng Chye, arzobispo de Singapur, en una extensa entrevista -concedida en inglés- a la Agencia Fides y publicada el día de la llegada del Papa Francisco a la nación isleña, como parte de la cuarta y última etapa de su recorrido por el Sudeste Asiático. Este viaje apostólico del Obispo de Roma ya ha tocado Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Timor Oriental.
"Lo primero que recuerdo siempre a nuestra gente es que estamos construyendo una Iglesia dinámica, evangelizadora y misionera, no una Iglesia «conservacionista». Queremos que los católicos y los trabajadores de la Iglesia estén vivos en su fe, lo que se expresa en su celo evangelizador y misionero. Pero sin una fe personal en Cristo, si no se está enamorado de Él, no hay misión", expresa el arzobispo.
Asimismo, destaca que "la dimensión más importante de la comunicación de la fe en Singapur es llevar a la gente a un encuentro personal y a la conversión en Cristo. Se puede llevar a la gente a este encuentro personal a través de retiros, cultos llenos de vida y celebraciones eucarísticas llenas de fe, siendo testigos de la obra de Dios en sus vidas, compartiendo la Palabra de Dios e implicando a más personas en el ministerio a tiempo completo en la Iglesia, especialmente a la generación más joven".
"Al mismo tiempo, es necesario aumentar el grupo de voluntarios, pero no sólo personas con buena disposición, sino personas que se han encontrado con el Señor. Luego hay un grupo importante de personas que yo llamo los del «ministerio de San Mateo» en el que tenemos que trabajar...", añade.
Y explica que se trata de un grupo específico de personas que pueden ser de gran valor para apoyar a la Iglesia en el cumplimiento de su misión: "se trata de profesionales influyentes, con poder adquisitivo y recursos. No obstante, debemos transformar a estos «recaudadores de impuestos» (como lo fue el apóstol Mateo) ayudándoles a enamorarse de Cristo. Si encuentran a Cristo, sus vidas cambiarán profundamente y, de manera libre, ofrecerán sus habilidades y recursos para colaborar con la misión de la Iglesia. Sobre todo, después de haber conocido al Señor, también atraerán a otros «recaudadores de impuestos» hacia Él, formando un grupo creciente de profesionales y amigos influyentes que nos ayudarán a conectar con el mundo y llevar el Evangelio a más personas".
"La realidad es que Cristo no vino para los sanos, sino para los enfermos. Entre estos enfermos también se encuentran aquellos que, aunque exitosos en el mundo, sienten el vacío de una vida sin Dios. Ellos también necesitan ser salvados", sostiene.
También destaca que es igualmente fundamental promover el crecimiento de pequeñas comunidades de fe, donde las personas puedan reunirse no solo para colaborar en actividades de la Iglesia, sino también para compartir su fe, rezar juntos y reflexionar sobre la Palabra de Dios. "Debemos garantizar que cada miembro de la comunidad católica pueda integrarse en una pequeña comunidad de fe. De esta manera, al formar parte de una comunidad, las personas no caminarán solas, sino que contarán con el apoyo constante de sus compañeros", considera.
Sobre este punto, señala que muchos jóvenes se alejan de la Iglesia después de recibir el sacramento de la confirmación, debido a que no pertenecen a una comunidad de fe en la Iglesia. Por ello, insta a esforzarse en hacer de la Iglesia un lugar acogedor para todos, eliminando cualquier obstáculo que impida a las personas acercarse. "No debemos levantar barreras ni imponer normas que dificulten a los fieles venir a la iglesia, ya sea para celebrar el culto o para orar", plantea.
Singapur es uno de los países más ricos del mundo. Pero también hay quienes viven por debajo del umbral de la pobreza. En ese marco, el cardenal describe: "Nuestra Iglesia tiene dos grandes organizaciones paraguas con más de 45 grupos afiliados que sirven a los pobres y marginados en Singapur y en el extranjero. Consideramos que la obra de caridad es un componente importante y esencial de la labor de evangelización. La Iglesia respira con dos pulmones: la dimensión espiritual de la fe y la obra de caridad. Si las personas no experimentan concretamente la misericordia de Dios en sus vidas, nuestra proclamación del Evangelio sólo con palabras no puede cambiar vidas. Pero es igualmente importante que nuestras organizaciones caritativas no se reduzcan a meras organizaciones humanitarias u ONG".
"Deben estar dispuestas a proclamar la Buena Nueva y a darse a conocer como realidades animadas por los discípulos de Cristo, que por ello dan vida a las obras de caridad. Esto no significa que hagamos un proselitismo agresivo, sino que debemos encontrar oportunidades para compartir la Buena Nueva de Jesús, y no sólo proporcionar ayuda material y temporal a los necesitados, porque ellos también necesitan el Evangelio para encontrar la salvación para sus almas, y no sólo para sus cuerpos", concluye.
Fuente: RD/Fides