Por: Sergio Rubin
Qué opinan de la polémica por los recientes, y no tan recientes, pasos del Papa?
PAOLA DEL BOSCO : No tiene que preocuparnos. Críticas va a haber siempre. De un lado o del
otro. El que está vivo recibe críticas. La historia se va haciendo de debates, de movimientos. Una persona con un perfil bien definido y que representa a muchos tiene que prepararse hasta para las protestas. En la Iglesia siempre existieron controversias. ¿Por qué no debería haberlas en esta época en que lo más importante no es la obediencia, sino la libertad? Las
decisiones se pulverizan en cientos de miles de opiniones y aquel que quiera unificar criterios va a tener un trabajo de locos.
SERGIO BERGMAN : Además, uno no puede entender al recordado Juan Pablo II, a quien tanto ponderamos, sin tener en cuenta que su brazo doctrinal fue Benedicto XVI. No debemos dejar de ver en esto una continuidad. En donde no la hay es en lo escénico, en un mundo que no presta atención al contenido, sino que le gusta lo visual. No leemos los documentos, ni profundizamos en la cosas, lo que lleva muchas veces a evaluaciones equivocadas.
BEYTULLAH CHOLAK : De todas formas, no sólo es importante lo que se dice, sino también ir al encuentro de la gente como lo hacía Juan Pablo II, que visitaba muchos países. Es cierto que cuando asumió era más joven, pero Benedicto XVI debe seguir esa modalidad. Queremos conocerlo más. Ahora, va a Africa y Tierra Santa. El problema que se suscitó con el Islam
por su discurso de Ratisbona se superó con su viaje a Turquía.
-¿Se evaluó equivocadamente el levantamiento de la excomunión a los cuatro obispos lefebvristas?
SB : Creo que sí. Mi lectura es que la cancelación de una medida disciplinaria para reunir y sumar, aunque no incondicionalmente, sino esperando una contrapartida, no significa una reivindicación del otro. El Papa no reivindicó doctrinariamente a los lefebvristas, no volvió atrás porque la Iglesia es posconciliar. Ni mucho menos toleró la negación de la Shoá. Otra cosa es que sus equipos lo dejen solo y quien debía ocuparse del “veraz” de los cuatro obispos no lo
haya preservado y dicho que uno de ellos era negacionista y debía quedar en el freezer.
PDB : Creo en ese sentido que no debemos mezclar el lefebvrismo con los católicos más apegados a lo tradicional. Hay gente que le gusta una celebración en latín y otra, una más contemporánea. No hay nada malo en eso. Me parece pos-i tivo que en una época tan plural-is ta y ante una Iglesia que se extiende por los cinco continentes haya modos distintos de expresar la fe. Ahora, si eso implica no reconocer el magisterio de los papas desde Juan XXIII, no se está en total comunión con la Iglesia. Ni qué hablar de la negación de la Shoá.
-¿Hubo también una equivocada lectura de la cita del Papa que tanto molestó al Islam?
SB : Si. Pienso que se sacó de contexto la cita que hizo de un emperador bizantino (que vincula la difusión del Islam con la violencia). Nadie puede pensar que ésa es la posición de la Iglesia. No de - be olvidarse que lo dijo en el marco de una conferencia en una universidad, pero al trascender el ámbito académico y, por tratarse del Papa, tener la enorme difusión que tuvo, terminó desvirtuándose. En todo caso, también aquí hubo un problema de comunicación.
BC : Sus asesores debieron haberle advertido acerca del riesgo de ser malinterpretado. Pero también creo que los musulmanes no hemos presentado bien nuestros valores. Mahoma no mató a nadie y fueron contados los que participaron en batallas, las más de las veces defensivas. Los teólogos, las universidades islámicas, no hicieron el trabajo suficiente para clarificarlo. Se estudia mucho la condición judía de Jesús, pero no su papel en el Islam como en el de
María, al que el Corán le dedica todo un capítulo. Además, sería bueno que el Islam se estudiara
más en los seminarios.
PDB : Coincido. Creo que los católicos sabemos muy poco del Islam. Me emocionó que Beytullah dijera que quieren conocer más al Papa. También estoy de acuerdo en que igualmente en este caso hubo problemas de comunicación hacia la gran platea. Alguien tendría que haberle dicho que, por más que fuese una cita, podía traerle problemas. Pero es bárbaro que de esto surja la necesidad de conoce-r nos más porque es grandioso compartir la religiosidad. Tenemos un tesoro que no solo debemos conservar, sino anunciar.
-¿Cuánto afecta al Papa no tener el carisma de Juan Pablo II?
SB : Ese es un problema cultural. Se le está pidiendo un estilo escénico a alguien que es alemán, a un teólogo alemán. Es verdad que un mayor despliegue escénico sería funcional a muchas cosas. Pero Ratzinger está más acostumbrado a pensar, que lo hace muy bien, y a escribir, que lo hace mejor. Comunica bajo ese canal, pero todo el mundo lo está esperando ver en el escenario cuando él es escritor de guiones, de guiones espectaculares. Es como si vamos a un teatro y, en vez de ver una actuación, nos reparten un guión.
PDB : Es posible que un amplio sector de la feligresía esté esperan - do gestos espectaculares de él, como los de Juan Pablo II. Cada uno hace lo que puede. Yo también creo que él es un gran campeón en el plano de lo escrito. Sus textos son muy ricos y vivaces. Pienso en sus dos encíclicas, la primera sobre el amor, que es lo más universal, y la segunda sobre la esperanza,
otra gran necesidad en un mundo tan confundido.
-¿El per_l conservador que se le achaca no es otra limitación?
SB : Supongo que los cardenales, cuando votan evalúan el perfil y las ventajas y desventajas de cada candidato. Imagino que, ante las opciones que tenían, evaluaron que, con alguna fortaleza y alguna debilidad, Ratzinger era la mejor opción. Eso no significa que no deban cuidarlo un poco mejor.
PDB : Quiero decir algo sobre conservadores y progresistas. Toda cultura conserva lo que vale la pena porque se crece en la continuidad. Y progresa cuando hace que eso sea más humano, más abierto al diálogo, la crítica y el aporte. El Papa rema contra la corriente. Y, como diría Chesterton, solo las ramas secas se van con la corriente. Para mí eso no es un signo negativo. El Papa nos está dando algo que necesitamos. En algún caso, el modo de presentarlo podrá irritar, pero no es el relativismo la solución de los problemas. La solución es el encuentro.
SB : Hay que hacer una diferencia entre lo relativo, propio de la diversidad, y el relativismo como ideología, donde todo da lo mismo. Benedicto XVI está yendo contra esto último porque es un hombre de Dios. No hay espiritualidad que no haga ese trabajo. BC : Para mí, algunas cosas que se presentan como progreso no lo son. Las religiones trabajan en lo absoluto, pero después respetan a los demás a partir del amor. Creo que, más allá de las formas, siempre perfectibles, el trabajo del Papa es correcto, bien auténtico.