Borges, un estudioso de la cultura judía

Por: Daniel Goldman

Los cuentos y poesías del escritor evidencian sus conocimientos de la literatura y la filosofía hebreas.
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La serenidad del shabat del 24 de agosto coincidió con una celebración por demás trascendente. Ese día recordábamos los 120 años de Jorge Luis Borges, el escritor argentino universal. Descubrí a Borges cuando tenía ocho años. El azar hizo que mi madre ganase un disco en un certamen de una asociación de mujeres judías del barrio de Flores. El vinilo se llama “Jorge Luis Borges por sí mismo: sus poemas y su voz”. Lo conservo hasta hoy como uno de los mayores trofeos de mi infancia. Durante mi escuela secundaria, en una “rateada” nos dijimos con un revolucionario colega de travesuras que debíamos ir a visitarlo. En esa mañana de martes tocamos el timbre en su departamento de la calle Maipú al 900. Para nuestra sorpresa, Borges nos recibió. Tengo que confesar que después del primer grado, esta fue la más notable vivencia de mi vida escolar.

Con el tiempo aprendí a leerlo en las clases de la universidad, a citarlo en mis prédicas y a transformarlo en una de mis referencias predilectas. A través de él estudié a Berkeley, a Hume, a Gustav Meirink, y a Schopenhauer. Tengo colgada en mi estudio su foto junto a su gato Beppo, y otra del escritor con mi maestro, Marshall Meyer. El primer encuentro que tuve con el Cardenal Bergoglio giró alrededor del poema Everness. Sabía de su pasión por Borges, y de la tensión que genera la naturaleza metafísica de ese escrito, reflejado en términos aparentemente contradictorios.

En este breve homenaje quisiera destacar su profuso conocimiento sobre la mística judía. Intuyo que su atracción por esta disciplina no era un asunto de materia religiosa-teológica. La Cábala le satisfizo como un modelo infinito de interpretaciones y como un juego ficcional. Como dice mi amigo, el prof. Saul Sosnovsky “para Borges la Cábala es una utopía de los significados”. Borges conocía bien los escritos de Guershon Sholem, el gran investigador contemporáneo de la mística. Cuenta que en uno de sus viajes a Israel entabló amistad con el célebre estudioso.

Por otro lado, experimentado sabedor de la Biblia, le atribuye a su abuela respirar un clima de pericia familiar en el Libro de los Libros. Borges demostró un gran dominio de la literatura rabínica a través de los escritores Stehelin y Bischoff. Inclusive, en su biblioteca que se encuentra en la Fundación que lleva su nombre, pueden hallarse versados textos del mundo de los maestros jasídicos, que incluyen las obras del gran filósofo judío Martín Buber a quien él apreciaba. Sus cuentos “La muerte y la brújula” y “los teólogos” referencian a tratados judíos, así como “El Aleph”, “La escritura del Dios”, “El milagro secreto”, “Las ruinas circulares”, y los poemas “Spinoza”y “El Golem” dan muestra de su considerable comprensión de la literatura hebrea.

Entre los muchos autores de la literatura universal, el prestigioso escritor israelí Amos Oz, recientemente fallecido, hace alusión al gran Borges en su novela  “No digas noche”. Cuando en un reportaje le preguntaron sobre su cita, respondió “Borges está sin duda cerca de mi corazón”.