EL ANUNCIO DE LA BUENA NOTICIA

Como los apóstoles

Por: María Montero

Más de 2.500 personas, en su mayoría jóvenes, que llevan el Evangelio a los más diversos lugares del país, participaron el pasado fin de semana del Tercer Encuentro Nacional de Grupos Misioneros.
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Si salir de la parroquia y llevar el Evangelio a todos los rincones del país siempre fue un imperativo para los católicos, hacerlo en estos momentos donde el ambiente cultural no parece favorecer lo religioso, cobra una especial relevancia. Precisamente, para intercambiar estas
experiencias y potenciar el trabajo  misionero, se realizó el fin de semana pasado el Tercer Encuentro Nacional de Grupos Misioneros , que convocó a más de 2500 personas de todo el país, entre ellos a muchos jóvenes, en el predio municipal Malvinas Argentinas, de la diócesis de San Miguel, en el gran Buenos Aires.
Declarado de interés nacional por la presidencia de la Nación, el evento puso en movimiento a parroquias, colegios, instituciones religiosas, movimientos católicos y casas de familia de la zona, que se ocuparon de recibir, alojar y alimentar a los misioneros. Familias y jóvenes llenaron las calles de San Miguel con una alegría que contagió aún a aquellos que no participaban. Un operativo de seguridad montado por la policía, defensa civil y scouts acompañó los traslados de los grupos, ya sea caminando o en decenas de micros que iban y venían.
La organización del encuentro llevó más de un año y estuvo a cargo del padre Jorge Requelme, director diocesano de Obras Misionales. “Después de 12 años que no se hacía un encuentro como este, es impactante la presencia de representantes de las 600 regiones de Buenos Aires y de 66 diócesis,
además de una delegación de Paraguay y de 55 familias que viajaron, algunas desde muy lejos, con sus hijos pequeños”, señala.
De hecho, familias enteras, con sus hijos, suelen misionar, como apunta Araceli, que viajó desde Resistencia con su marido y su hijito de un año y medio para participar del encuentro. “Comencé a misionar cuando estaba embarazada de ocho meses”, dice, orgullosa. Y agrega que “en una misión
que hicimos en Córdoba había familias con tres hijos y todos estábamos felices”. 
Divididos en temáticas tales como misiones rurales, enfermos y  ancianos, pueblos originarios, barrios marginales y cárceles, entre otras, laicos y religiosos de Comodoro Rivadavia, el Alto Valle de Río Negro, Corrientes o Mendoza, analizaron las diferentes situaciones que viven según la región. El
aporte de prestigiosos expositores permitió en los trabajos en grupo replantear el rol misionero y profundizar su identidad argentina. El entusiasmo de los participantes se palpaba.”Misionar me ayudó a salir de mi burbuja, a darme cuenta que hay mucho más allá de mi realidad”, dice Candelaria, de
19 años, de la parroquia porteña San Nicolás de Bari. “Somos 60 jóvenes que dos veces al año vamos a Granada, un pueblo cerca de Lincoln, con muchísima necesidad de conocer a Jesús, y siempre volvemos habiendo recibido más de lo que damos”, completa. El anhelo de Silvia, de 55 años, que trabaja en Rosario con las comunidades tobas, es “ser una Biblia abierta a los demás, un testimonio vivo de Jesús que pasó y nos dignificó”. Esa aspiración la traslada a los talleres de capacitación que realiza con los aborígenes “para concientizarlos del valor que tienen como personas”, dice. Como dijo en la apertura el director de Obras Misionales Pontificias, padre Osvaldo Leone. “esta también es la Iglesia, y este, un homenaje a los jóvenes que asumen transmitir un mensaje de esperanza”.