JUDIOS

De joven estudiosa a musa inspiradora

Por: Daniel Goldman

La Doncella de Ludmir. Jane Rojl fue de las primeras mujeres de su época en analizar e interpretar textos sagrados
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Esta es una historia que merece ser contada. En 1815, en un pequeño pueblo de Ucrania llamado Ludmir, nace en el seno de la familia Verbermajer una niña a la que llamaron Jane Rojl (Ana Raquel). Ya de pequeña se dedicó con pasión a estudiar la Torá, una disciplina inusual para las mujeres de la época. Con el tiempo dominó el hebreo, y se transformó en una versada en historias del Talmud, Midrash y elevados textos sobre ética y moral. Cuentan los vecinos, que como los varones rezaba 3 veces por día y lo hacía con tanto entusiasmo que la gente no podía apartar sus ojos de ella. Sus cualidades excepcionales dieron lugar a historias y habladurías.
Con el tiempo Jane Rojl enfermó y en el mismo período murió su madre. Comenzó a vivir una vida solitaria y apartada. De tanto en tanto visitaba la tumba de su madre y lloraba amargamente. En una oportunidad, Jane Rojl se quedó dormida sobre su tumba y cuando despertó ya era de noche. Corríó por el viejo cementerio donde se hallaban los grandes Justos y Sabios de generaciones pasadas y cuando el cuidador del predio escuchó un terrible llanto y grito, fue corriendo, la tomó del brazo y la llevó a su casa. Estuvo gravemente enferma varias semanas y los médicos no daban esperanzas. Pero un día despertó y dijo: “Recién estuve en el cielo, me encontré con la Corte celestial, y ellos me otorgaron un Alma Adicional”. Pocos días después sanó y reapareció. Al poco tiempo su padre murió y le dejó una gran herencia. Compró una propiedad e instaló allí una sinagoga a la que llamó Der Gorn-Shtibl (la pequeña sinagoga de arriba). Rápidamente se corrió la voz por toda Ucrania y Polonia, sobre la existencia de esta mujer, a quien apodaron La Doncella de Ludmir. No solo peregrinaban al pueblo varones sino también mujeres, sabios y rabinos de otras ciudades para apreciar a la Mujer Santa y que ella los bendiga. Querían escuchar sus interpretaciones de la Torá. Hasta llegó a formarse un grupo de fieles conocidos como “los seguidores de la Doncella de Ludmir”. En una oportunidad, los Grandes Maestros fueron a verla y convencerla que debía cambiar su modo de vida y casarse. Se casó e inmediatamente se divorció. Al poco tiempo dejó Ludmir, se marchó a Israel y allí murió.
Me crié alrededor de esta historia, ya que mi madre nació y creció en Ludmir. “Había una mujer que hablaba detrás de una cortina y los hombres se maravillaban” contaba ella. En mi casa se reunían los paisanos del pueblo, y cada uno tenía otra versión de la saga. Inclusive Kehos Kliguer, un reconocido poeta y periodista idish que frecuentaba mi hogar le dedicó algunos versos de un poema. Sobre la doncella se tejen mitos maravillosos y a la vez misteriosos.
Jane Rojl fue la musa inspiradora de Isaac Bashevis Singer, Premio Nobel de Literatura, para escribir el famoso cuento Yentl, sobre la mujer que haciéndose pasar por varón, estudiaba en la Escuela Rabínica. Algunos años atrás este cuento se transformó en el gran film Yentl protagonizado por la sorprendente Barbara Streisand. Les recomiendo verla.