Por: María Montero
En su primera visita a la Argentina, el lama Ringu Tulku Rinpoché, una de las voces más importantes del budismo tibetano, autor de “El Budismo explicado a los occidentales” y otros textos para niños y adultos, que profundizan la práctica de la meditación, el modo de alcanzar la armonía y la paz interior, conversó con Valores Religiosos.
Invitado por el lama argentino Sangye Dorje, director del Centro para la práctica tradicional del budismo tibetano, impartió iniciaciones, disertó en ámbitos académicos y ofreció una conferencia pública en la Universidad de Belgrano, sobre los caminos del budismo y la meditación. Rinpoché fue entrenado por grandes maestros. Y desde 1990, luego de ejercer como profesor de Estudios Tibetanos durante 25 años en la Universidad de Sikkim, en la cordillera del Himalaya, India, viaja por el mundo dando conferencias en grandes universidades de Europa, EEUU, Canadá, Australia y Asia.
--¿Cuáles son las enseñanzas clave del budismo tibetano?
--El budismo en general es un entrenamiento en la sabiduría, en la meditación y en cómo vivir.
--¿Qué tiene para decirnos a los occidentales?
--Lo más importante es abrir nuestro corazón, conocer lo que es bueno para otras personas, lo que es correcto, lo que está bien. Hay que tratar de desarrollar la compasión y esto, trae como consecuencia la sabiduría. La compasión tiene que ver con el amor, la amabilidad hagentileza centro tibetano budista el lama tibetano ringu tulku rinpoche cia los demás que lleva a la vez a comprender más nuestra verdadera naturaleza. Si podemos vivir esa compasión y expresarla en lo profundo,
es bueno para otros pero también para nosotros mismos.
--¿Cómo se integra la meditación a la vorágine cotidiana?
--No es difícil. Básicamente es dejar la mente tal cual. No hay que tener expectativas de sentirse en calma, no hay que hacer ningún esfuerzo. Si intelectualizamos Demasiado, no podremos realizar nada profundo. La meditación viene como una liberación y para eso hay que soltar nuestro aferramiento, dejar que los pensamientos aparezcan y desaparezcan por sí mismos.
--¿No cree que hoy hay una búsqueda más egoísta de la felicidad que no tiene en cuenta al otro?
--Hay cosas que pensamos que son buenas para uno y creemos que no lo son para los demás. Pero no somos independientes, siempre somos dependientes de alguien más. Todo está relacionado. El enojo trae más enojo, pero si soy compasivo, traeré más compasión y más amor a mi alrededor. Este sentimiento mejora a los demás y también a mí mismo, haciéndome más feliz.
--¿Esto es lo que el budismo llama “karma”?
--En verdad el karma significa que todo acto siempre tiene una consecuencia. Lo bueno y lo malo que nos sucede tiene una razón de ser que no es exterior, sino que está dentro de nosotros. Tal vez no soy consciente de ello pero no es casualidad que me suceda, sino respuesta a una acción de algo que hice en el pasado. Las acciones bondadosas, traerán una felicidad futura y las negativas, nuestro sufrimiento. Aunque no siempre es instantáneo, pueden pasar muchísimos años antes de percibir las consecuencias.
--¿Cuál es el sentido de la muerte?
--Para el budismo lo que pasa en la vida y la muerte es similar, todo continúa y fluye. No puede haber temor. El cuerpo que tengo hoy no es el mismo que cuando nací, va cambiando y la muerte es solo otro momento de la vida. Lo que hacemos en nuestra vida condiciona lo que seremos tras la muerte.
--Usted trabajó arduamente en el diálogo interreligioso. ¿Cómo interpreta las diferencias religiosas en el mundo en este tiempo?
--El diálogo es muy importante. Hay muchos malos entendidos y prejuicios y por eso no hay encuentro. Creo que hay que sentarse, conversar y no detenerse en las diferencias sino aceptarlas como algo positivo, porque muchas de ellas están muy bien que existan y eso no impide el diálogo ni el respeto.