La educación es una relación de personas: una que ama y genera confianza y otra que se siente amada y da confianza. La educación es hacer que la vida se despliegue, se encamine hacia su plenitud; es hacer que se desarrolle ese proceso de humanización. Es una historia de amor y libertad. De allí la grandeza del encuentro educativo, porque el amor tiene resonancias eternas. Y el discípulo que se siente amado elige, elige esa verdad que se le propone y la hace suya. Educar es acompañar a la persona para que ella elija. Le hablo, le propongo y espero inerme su respuesta. La libertad se enseña con libertad. Yo triunfo en la libertad del otro. Por tanto, toda educación es en libertad y para la libertad, que se va desplegando paulatinamente. Porque el proyecto se concreta sólo si el método pedagógico específico es coherente con el objetivo. En ese vínculo interpersonal encontramos el contenido educativo principal. Debemos tener coraje y paciencia en esa gran misión.