Lunes 11.12.2023

TENDENCIA

El boom del cine religioso

Por: Sergio Rubin

Las películas de temas religiosos se vienen multiplicando. Ultimamente se estrenaron varios filmes con ese perfil y se anuncian unos cuántos más para los próximos meses. Las razones de un singular fenómeno según los expertos.
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Algunas se aproximan de un modo muy positivo al hecho místico. Otras son severamente críticas de la Iglesia. Y hasta hay filmes que se deslizan entre el humor y la ironía. Forman parte de la copiosa saga de películas de temas vinculados al mundo religioso que se estrenaron últimamente (El rito, Agora, La sonrisa de mamá). O que se estrenarán en los próximos meses (Encontrarás Dragones, Cristiada, Habemus Papam). No faltan  quienes dicen que el origen de esta ola hay que buscarlo en el éxito de La Pasión de Cristo, de Mel Gibson. O en el atractivo de contar supuestas tramas ocultas de las creencias y la historia de la Iglesia, como El Código
Da Vinci. Pero también están quienes piensan que, si bien lo religioso siempre despierta interés, el vacío espiritual que aqueja a la sociedad posmoderna lo acrecienta. Sea como fuere, no parece exagerado decir que se está asistiendo a un boom del cine que hace eje en la fe y el modo de vivirla.
 Desde el estreno, en 1956, de
Los Diez Mandamientos, con Charlton Heston en el papel de Moisés, quedó claro que lo religioso, bien producido, podía captar la atención de millones de espectadores. Pero es evidente que el séptimo arte está viendo ahora allí, acaso como nunca antes, una veta. “Quizá se deba a que el tema religioso, de una u otra manera, siempre despierta interés”, rubrica el director de la revista católica Criterio y crítico cinematográfico
José María Poirier. “Es verdad que a veces se trata de un fenómeno mediático y publicitario – señala-, pero en el fondo toca realidades perennes, al menos en la preocupación o la curiosidad”. En esa línea, el sacerdote
Mariano Fazio - con varios libros escritos sobre la relación entre religión y culturano se muestra sorprendido por el fenómeno. “El tema religioso está  en lo profundo del hombre y el arte, incluido el cine, siempre se ocupó de Dios y la religión, y eso es lógico y positivo”, opina. 
La filósofa Paola Del Bosco también subraya el interés por lo religioso debido a “la constatación de nuestra precariedad y nuestro deseo de infinitud. Las preguntas
existenciales más entrañables, las que surgen en los momentos cruciales de la vida, tocan necesariamente el ámbito de lo religioso, aunque haya después respuestas muy diferentes, e inclusive la negativa a que pueda haber respuestas sobre estos temas fundamentales”. Observa, además, que “habiendo desaparecido en la cultura d  la posmodernidad los relatos fuertes respecto de las verdades filosóficas o basadas en la ciencia,
asistimos a un renacer de ‘otras’ verdades, apoyadas no en la inteligencia, sino sobre todo en los sentimientos. Allí -puntualiza- se juega con lo misterioso, algo potente, pero oculto”. Y redondea: “Es una búsqueda de razones últimas, pero espectacularizada, reducida a grandes pinceladas efectistas, a menudo incoherentes e incapaces de sostener el pacto ficcional con el espectador”.
 Pero puede haber explicaciones
complementarias de esta ola cinematográfica, más allá de que haya un público interesado en esta temática, sobre todo si la propuesta está bien formulada. El responsable de la comisión de Cultura del
arzobispado porteño, padre Nicolás Sundblad, menciona, por caso, “la falta de guiones consistentes que desemboca en películas no atractivas. Y -completa- si las películas religiosas están bien construidas, se produce una tanda con esta temática”. Además de que, destaca, en los casos en los que “están bien orientadas, dejan un excelente saldo” para el campo religioso. Para el padre Fazio “lo más relevante de esta ola es que el cine que busca lo auténticamente cristiano revela lo auténticamente humano. Esto -agrega- se nota en el éxito en el público en general que tienen películas que tratan sobre la fe católica artísticamente bien
hechas y con un mensaje de fondo positivo, de fe, de perdón, de alegría y heroísmo”. 
Con todo, Del Bosco expresa sus reservas. “Veo estas películas siempre con preocupación -diceporque para muchas personas el cine y la TV reemplazaron la evidencia fáctica: lo que ven les parece la realidad. En algunos casos, pocos, la Iglesia Católica no representa el mal represivo que en el imaginario colectivo fácilmente le toca representar. El saldo debe ser medido en cada caso y, en general, la polémica no es positiva, como sucedió con El Código Da Vinci, porque los bandos contrapuestos no se mueven en el terreno apropiado a los temas espirituales, sino que en realidad deberían cotejar con los hechos históricos que son, en general, poco conocidos. Lo espiritual -puntualiza- es parte de la interioridad, no se presta a debates”. No descarta que la Iglesia haga “alguna aclaración pública ante una distorsión de los contenidos de fe, una difamación o directamente una blasfemia”. Pero apuesta sobre todo a la preparación ad hoc de los fieles. De todas maneras, Poirier dice que “los laicos debemos aprovechar estas diferentes propuestas para verlas con ojos críticos e interiorizarnos sobre temas que hacen al pasado y al presente de la Iglesia, a sus miserias y a sus glorias de santidad. Creo -añade- que la jerarquía eclesiástica, siendo prudente, dejará que la ciudadanía interprete con libertad estas  anifestaciones”. A su vez, el padre Sundblad afirma que “debemos apostar al cine y no quedarnos en una postura crítica porque hay gente que pulveriza una película y ni siquiera la vio. Más aún, hay que entrar en la industria del cine porque es un inmenso medio de evangelización”. Fazio lo dice con otras palabras: “Juan Pablo II afirmaba  que es necesario encontrar
un nuevo lenguaje para comunicar la fe. Y el cine es un camino muy interesante”.