ISLAMICOS

El efecto de las buenas y de las malas obras

Por: Firas Elsayer (Centro Islamico de la Rep Arg)

Hay una condición fundamental para que nuestros actos sean aceptados por Dios: alimentarse de lo lícito.
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Abu Huraira, el “sahaba” (compañero–apóstol) del Profeta Muhammad, narró que el Mensajero de Dios dijo: “Dios es bueno y sólo acepta lo bueno, y ciertamente les ha ordenado a los creyentes lo mismo que les ordenó a los mensajeros”. Dios dice en el Corán: “¡Oh, Mensajeros! Comed de las cosas buenas y obrad con rectitud...” (23:51).

“¡Oh, creyentes! Comed de las cosas buenas que os hemos proveído...” (2:172). Luego agregó el Profeta Muhammad: “¿Cómo pretende aquel que realiza largos viajes y anda despeinado y polvoriento, levantando sus manos hacia el cielo y diciendo: ¡Oh, Señor mío! ¡Oh, Señor mío! que su suplica sea respondida, cuando su comida es ilícita, su bebida es ilícita y su vestimenta es ilícita?”

El significado de este dicho profético es que Dios, El Altísimo y Majestuoso, está lejos de toda imperfección y defecto, y que sólo acepta las obras buenas, puras y libres de todo aquello que las corrompe, como la ostentación y la hipocresía; y las caridades realizadas con bienes obtenidos ilícitamente.
Dios dice en el Corán: “Di: Lo malo y lo bueno jamás podrán equipararse, aunque te guste la abundancia de lo malo” (5:100).

Dios menciona la diferencia entre una palabra buena y una palabra mala. En el Corán, dice: “Repara [¡Oh, Muhammad!] en el ejemplo que Dios expone: Una buena palabra es como un árbol bueno cuya raíz está firme y sus ramas se extienden hacia el cie- lo” (14:24). “En cambio, una palabra mala es como un árbol malo que ha sido arrancado de la tierra y no tiene dónde afirmarse” (14:26). “Hacia El ascienden las buenas palabras [y glorificaciones]” (35:10).

El creyente es una persona pura y buena, y la pureza con la que se caracterizan su corazón, lengua y acciones se debe a la fe que alberga su alma y que se manifiesta en sus permanentes invocaciones a Dios y actos virtuosos. Todas estas obras buenas son aceptadas por Dios.

La condición fundamental para que nuestros actos sean buenos y aceptados por Dios es alimentarse de lo lícito. A todos los Mensajeros y sus pueblos se les ordenó comer de lo lícito y obrar correctamente. Si la comida es lícita, las obras piadosas son aceptadas; pero si la comida es ilícita, ¿cómo,entonces, pueden ser aceptadas las obras?
Abu Huraira narró que el Profeta dijo: “Cuando el musulmán hace una caridad con lo que obtuvo lícitamente, El Clemente la recibe con Su mano derecha”.

Con respecto a “¿Cómo pretende aquel que realiza largos viajes y anda despeinado y polvoriento...”, nos enseñan cómo se debe realizar una súplica y cuáles son los factores que hay que tener en cuenta para que esta sea respondida:

1. Los viajes, en términos genera- les, son un motivo por el cual las súplicas son respondidas, ya que dijo el Profeta: “Tres súplicas son respondidas sin duda alguna: la de la persona oprimida, la del viajero y la de un padre por su hijo”.

2. Desapegarse de las riquezas y vestir de manera austera son también motivos para que la súplica sea respondida. El Profeta dijo: “Dios responde los ruegos de quienes andan polvorientos con el pelo enmarañado y vestidos con andrajos” (por compasión que El siente por los pobres).

3. Elevar las manos hacia el cielo también forma parte de los modales de una invocación. El Profeta dijo: “Dios es Digno y Generoso. Cuando un hombre levanta sus manos para rogarle, El no puede dejar de concederle lo que Le pide y que Su siervo baje sus manos decepcionado”.

4. Insistir en los ruegos invocando repetidamente el señorío de Dios es el mejor factor para que una súplica sea respondida. Dios dice en el Corán: “Aquellos que invocan a Dios estando de pie, sentados o recostados, meditan en la creación de los cielos y la Tierra, y dicen: ¡Señor nuestro! No has creado todo esto en vano ¡Glorificado Seas! Presérvanos del castigo del Fuego, ¡ Señor nuestro! Por cierto que a quien introduzcas en el Fuego lo habrás degradado. Y los inicuos no tendrán quien les auxilie. ¡Señor nuestro! Hemos oído a quien convoca a la fe, diciendo: Creed en Vuestro Señor, y creímos. ¡Señor nuestro! Perdónanos nuestros pecados, borra nuestras malas obras y reúnenos, al morir, con los piadosos. Y concédenos ¡Señor nuestro! lo que nos has prometido por medio de Tus Mensajeros y no nos humilles en el Día de la Resurrección. Tú no faltas a Tu promesa. Su Señor les respondió a sus súplicas y dijo: No dejaré de recompensar ninguna de vuestras obras, seais hombres o mujeres...” (3:191- 195).

La mayoría de los ruegos en el Corán comienza invocando el señorío de Dios. Por ejemplo: “¡Señor nuestro! Danos bienestar en esta vida y en la otra, y presérvanos del tormento del fuego” (2:201). “¡Señor nuestro! No nos impongas una carga como la que impusiste a quienes nos precedieron.

¡Señor nuestro! No nos impongas algo superior a nuestras fuerzas...” (2:286). “¡Señor nuestro! No hagas que nuestros corazones se desvíen, después de habernos guiado...” (3:8).

Cometer pecados, como alimentarse o vestirse de lo adquirido ilícitamente, impide que las súplicas sean respondidas y lo inverso es correcto para que sean aceptadas.

El compañero del Profeta Sa`adIbn Abu Uaqqas fue preguntado en una oportunidad: “¿Por qué tus ruegos son los más respondidos de entre los demás?” Y respondió: “Nunca llevo a mi boca un bocado de comida sin antes estar completamente seguro de cómo lo he obtenido y de dónde proviene”.