Lunes 16.09.2024

El guía del diálogo en nuestro tiempo

Por: Daniel Goldman

Francisco. Aún no dimensionamos cabalmente todo lo que dice y hace por la convivencia interreligiosa.
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Quienes somos creyentes en la Trascendencia de la existencia y profesamos esta consideración con una visión pluralista, pensamos que la misma no se expresa en términos de la revelación a una fe con exclusividad a una comunidad de iluminados. En oposición a una religiosidad que acarrea el peligro del fundamentalismo, sostenemos que el diálogo es la base del encuentro y que debe ser plasmado en los diversos ámbitos (el religioso, el social, el político). En este sentido, vemos en el Papa al gran guía de nuestro tiempo.

Aún cuesta ser conscientes del momento histórico que estamos viviendo. Por ejemplo, aún nos va a llevar tiempo metabolizar el enorme gesto ejercido por Francisco cuando, en febrero de 2019, con motivo de su primera visita a la península arábiga, elaboró y firmó, junto al Gran Imán Ahmad Al Tayyeb, el Documento sobre la Fraternidad Humana. Este pronunciamiento nos interpela y nos convoca a la comunidad judía a dar un nuevo paso en la cimentación de vínculos sinceros con hermanos de otras tradiciones religiosas. Bajo esta perspectiva, la realización de la sesión plenaria del Congreso Judío Mundial en el ámbito del Vaticano durante el pasado noviembre representa un símbolo potente en este acercamiento.

Quisiera destacar que, en su encíclica Fratelli Tutti del año 2020, el papa anuncia que “Dios ha creado a todos los seres humanos iguales en derechos, deberes y dignidad, en un llamado de acción… nacido del diálogo y el compromiso común motivado por el amor”. Humildemente, me permito llamar la atención: ¿Hace cuántos siglos que no leíamos este último vocablo en un documento? Sólo esa palabra ya lo hace revolucionario.

Fue Bergoglio quien, hace algunos años atrás, nos advirtió en un encuentro íntimo junto a mis hermanos de la vida, Omar Abboud y Guillermo Marcó, que toda sociedad observa atentamente a quien asume una posición de liderazgo. Y agregó que, en el caso de quienes abrazamos.

algún tipo de vocación pastoral o de magisterio religioso, nuestra responsabilidad debe testimoniarse ante cada injusticia que se nos presenta en este mundo, Nuestra Casa Común. Esa es la forma más sublime del amor, que insta a cambiar la historia y que debe traducirse haciendo prevalecer la inclusión del otro. Fue con ese espíritu que él nos inspiró a crear el Instituto del Diálogo Interreligioso (IDI). Por ello no me queda más que orar y agradecer su presencia en mi existencia.