Lunes 11.12.2023

El legado educativo de Francisco

Por: Alicia Rodríguez Cintas Psicóloga

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Hace un tiempo participé en un curso de transformación social a través del juego y el arte, celebrado en Granada, España.

Lejos de lo que se podría esperar, los apuntes y las presentaciones audiovisuales quedaron obsoletos. Aparecieron lenguajes que nos llevaron al origen: el juego permitió conectarnos con nuestra parte más primitiva, escondida bajo las capas de lo socialmente impuesto.

El arte facilitó el acceso a una emocionalidad más compleja, sumado a la riqueza de relacionarse en grupo al crear una obra colectiva.

El pensamiento ayudó a desenmarañar los hilos de la realidad y permitirnos reflexionar, filosofar. Tras eso, fuimos a encontrarnos con otras realidades.

Desde un principio, perdieron importancia los títulos y las etiquetas sociales. Se dio prioridad a lo que nos pasaba, las emociones. Escucharnos en primer lugar permitió escuchar lo otro, lo que está fuera de mí.

Volver al cuerpo facilita dar un sentido a lo que hacemos. Por ejemplo, ante una situación que nos conmueve, surge la necesidad de hacer algo. Cuando escuchamos, podemos actuar en consonancia y que el cambio sea más potente.

En mi caso, dar sentido ha consistido en seguir participando en este tipo de experiencias para multiplicar el cambio e investigar la metodología Scholas.

Lo que surgió con los jóvenes en Argentina en 2001 y que posteriormente inspiraría al Papa Francisco a fundar Scholas es una alabanza a crear la propia vida. A ser, a sentir, a hacer. A amar.

Coloca el foco en las personas jóvenes para devolveles el papel que tienen en la sociedad: parte presente del cambio constante que es.

Aprender a reconocer el valor de lo que cada uno es y tiene, promoviendo la participación ciudadana y el desarrollo comunitario.

Todo esto a través del encuentro con uno mismo y con el otro. Un otro que tiene un corazón humano como el mío, que tiene una historia que es solo suya y eso lo hace digno.

En un mundo donde la educación está desconectada de la comunidad, Scholas es una mano tendida que se vuelve puente.