JUDAISMO - AUTOR: TZVI BAR ITZJAK

El libro del Génesis y los hermanos

En todas las religiones el final de un año es un tiempo de reencuentro familiar. El texto sagrado llama a superar los viejos rencores.
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En todos los calendarios, sea el judío, el musulmán o el cristiano, el final de un año implica esencialmente un momento de encuentro. Familiares que viajan de lejanos puntos del planeta, suben a aviones, bajan de micros, solo para que el abrazo refleje el reconocimiento y el cariño. Desde ese lugar, la Biblia siempre resulta un texto inspirador para redescubrir esos vínculos básicos. 
En el idioma hebreo, lenguaje en el que fue escrito el Libro Sagrado, la palabra familia se pronuncia mishpajá. Según los intérpretes, la misma proviene del vocablo lejapés que significa buscar. Lo que se nos dice de manera simbólica, es que la familia resulta esencialmente un espacio de búsqueda, una experiencia de vínculos. Entre ellos, en esta oportunidad, quiero destacar el fraterno, que según la intencionalidad que tengamos, puede ser entendido como el esfuerzo por poner distancia con el ser humano, o el signo de la sublime riqueza y la mayor fuente de bendición.
El Génesis, que desde la ritualidad judía es el libro con el que en todas las sinagogas se finaliza esta semana, es la obra más directa sobre este tema. Es más, según el biblista Ben Jaia, el objetivo de este tratado no es relatarnos el detalle de la creación del mundo, sino la interacción de los seres humanos
que evolucionan a partir del fratricidio de Caín y Abel, el distanciamiento entre Isaac e Ismael, la complicidad en el núcleo relacional de Jacob y Esaú, la separación entre los hijos de Jacob, para arribar al noble reencuentro de José con sus hermanos.
Los relatos suelen ser concisos, y adaptados a una cultura simple y elemental. Esto hace que muchas veces los leamos con liviandad. Pero su sentido resulta sumamente profundo, ya que el valor de cada diálogo apunta a que ello no sea una historia del pasado, sino una alusión a superar las dificultades
familiares que derivan de vínculos no resueltos. Que bueno sería, en esta época del año, releer el Génesis en las mesas familiares, para que al brindar, las imágenes del libro puedan inspirarnos a hallar de manera íntegra y sin rodeos a nuestro propio hermano.