MUSULMANES

El mensaje de un poeta musulmán medieval que no pierde vigencia

Por: Ricardo Elía

Yunus Emré fue un humanista adelantado a su tiempo que escribió acerca de la fraternidad universal.
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Yunus Emré (1241-1320) es uno de los más grandes poetas musulmanes.

Fue un cantor de la fraternidad y del amor místico en la época del reagrupamiento de los pueblos turcos en Asia Menor. Un místico autodidacta, dominó el turco, el árabe y el persa. Su obra máxima es El Libro de los preceptos, de gran religiosidad, donde evoca la autocrítica, la duda, la alegría y el dolor, junto al sentimiento del amor a la humanidad. Recibió las influencias de dos célebres místicos musulmanes contemporáneos, Yalaluddín Rumi (1207-1271) y Hayyi Bektash (1209-1271) fundadores de las respectivas órdenes espirituales Mevleví y Bektashí, establecidas en Anatolia (hoy Turquía). Al mismo tiempo, Yunus Emré fue un precursor del humanismo que la Europa renacentista conocerá a través de Dante Alighieri, Giovanni Boccaccio, Geoffrey Chaucer, Pico de la Mirándola y Michel de Montaigne.

Los poemas de Yunus Emré, escritos en el antiguo turco anatólico (Eski Anadolu Türkçesi), nacido en el sultanato de Rum en el siglo XI, hablan con elocuencia de convivencia y universalidad: “Nuestro único enemigo / es el resentimiento. / No guardemos rencor a nadie; /para nosotros la humanidad es indivisible”.

Su obra evoca el éxtasis de la comunión con Dios y con la naturaleza. Así escribió estos versos memorables: “Cualquiera que posea una gota de amor / posee la existencia de Dios”. Su preocupación por el destino de todos los hombres, y en particular de los más desfavorecidos, da a su poesía una intensa emotividad. Yunus Emré afirma la existencia del amor universal, proclamando su fe en la fraternidad que trasciende las barreras y los sectarismos: “No nos oponemos a ninguna religión. / El verdadero amor nace cuando todas / las creencias se unen”.

Hombre del pueblo que escribió para el pueblo, adalid de la justicia social, Yunus (Jonás) Emré (“Amigo”) se rebeló valientemente contra todos aquellos gobernantes, propietarios, dignatarios políticos y seudorreligiosos que oprimen a los débiles y humildes mediante argucias y falsedades. Su mensaje poético en favor de la paz y la fraternidad universal fue proclamado desde el Islam cuando en el mundo occidental no existían derechos humanos, convenciones como las de Ginebra ni organizaciones como las Naciones Unidas: “Venid, seamos amigos siquiera una vez. / Hagamos la vida más fácil. / Amemos y seamos amados. / Cuando surge el amor / desaparecen deseos y defectos”.

Los poemas de Yunus Emré que fueron traducidos por Jorge de Hungría (1422-1502), un transilvano de la ciudad de Sebeș (hoy Rumania), que vivió entre los turcos durante veinte años (1438-1458), influyeron notablemente en el pensamiento de dos prominentes humanistas, como el católico holandés Erasmo de Róterdam (1466-1536) y el reformistas alemán Sebastian Franck (1499-1542). Para el Padre Henri Bremond (1865-1933), historiador y filósofo católico de formación jesuita de la escuela moderna francesa de teología, Yunus Emré representa un “humanismo devoto”.

Vivimos en una época que articula el dramático contraste del amor y el odio. La guerra es el crimen supremo contra la humanidad. El amor es la celebración de la vida. Una consigna de las marchas pacifistas de los años sesenta del pasado siglo que protestaban contra la Guerra de Vietnam era: “Haz el amor, no la guerra”. Paradójicamente, esta declaración contundente es un eco de hace siete siglos, de Yunus Emré, quien expresó la misma idea en una copla rimada: “No estoy aquí en la tierra para guerrear, / el amor es la misión de mi vida”. El humanismo defiende el ideal de una sola comunidad humana. El
humanismo de Yunus Emré también se basa en entendimientos internacionales que trascienden todas las divisiones étnicas, políticas y de sectarismo: “El hombre que no ve a las naciones del mundo como una sola, / es un rebelde aunque el piadoso afirme que es santo”. Esta actitud moral mística tiene ecos de un hadíz (dicho) del Profeta del Islam, Muhammad: “No cometan malicia uno contra el otro, no se codicien entre sí ni den la espalda a sus semejantes. Los vasallos de Dios son hermanos”. Por esta razón, Yunus Emré afirma: “Místico es como me llaman, / el odio es mi único enemigo. / No guardo rencor contra nadie. / Para mí, el mundo entero es uno solo”.