La primera vez que Valores Religiosos eligió a la personalidad religiosa del año fue en 2009. Entonces, el premio recayó en el sacerdote José María Di Paola, más conocido como el padre Pepe. Di Paola se destacó por su abnegado trabajo religioso y social en la villa 21 del barrio porteño de Barracas. Desde el equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia de la Ciudad de Buenos Aires, denunció junto a una veintena de colegas la proliferación del paco en los asentamientos. Por ello, recibió una amenaza de muerte. Pero el padre Pepe no se amilanó y siguió en su lucha contra las adicciones y la marginalidad. Sin embargo, este año consideró que había cumplido un ciclo en la villa después de más de una década de estar allí. Y decidió cumplir con un viejo sueño: ir a misionar a una diócesis necesitada del interior. Escogió Añatuya. El pasado Día de la Virgen, durante una multitudinaria Celebración frente a su parroquia de Caacupé presidida por el cardenal Jorge Bergoglio, Di Paola se despidió de los fieles con lágrimas en los ojos.