Roma sigue preparándose para el Jubileo de la Juventud de 2025. Dentro de ese camino, el Papa Francisco visitó el Ayuntamiento de la Ciudad Eterna, emplazado en el palacio del Campidoglio este lunes. Es la segunda vez que visita al consistorio durante once años de pontificado.
Ante los representantes del pueblo romano, el Papa valoró la ''vocación universal'' del Roma. Una vocación que demostró en el Concilio Vatiano II, los años santos celebrados, la firma del Tratado que creó la Comunidad Económica Europea, la Corte Penal Internacional, la FAO o la celebración de los Juegos Olímpicos de 1960. Y ahora, le toca a otro año santo, el Jubileo de los jóvenes de 2025.
''Una peregrinación orante y penitente para obtener de la misericordia divina una más completa reconciliación con el Señor'', definió.
Una ciudad con espíritu universal de hospitalidad con peregrinos, turistas, migrantes, ''pobres, solitarios, enfermos, presos y los excluidos''. En ese momento Francisco levantó la vista del papel y aseguró que abriría una puerta santa en una cárcel.
“Que renazca en todos la responsabilidad del valor de #Roma, del símbolo que representa en todos los continentes; y que crezca la colaboración mutua entre todas las instituciones para un trabajo coral que la haga aún más digna del papel que la Providencia, le tiene reservado”
En el Ayuntamiento, Francisco destacó los servicios públicos que permitirán la acogida y movilidad de los 30 millones de peregrinos que se esperan durante el Jubileo y considera que este evento no será una carga para la ciudad y sus autoridades.
''En realidad, todo esto es Roma, su especificidad, única en el mundo, su honor, su gran atractivo y su responsabilidad hacia Italia, hacia la Iglesia, hacia la familia humana''. Fuera del discurso, Francisco reivindicó la misión y trabajo en las periferias.
Se refirió a Roma como una ciudad que, surgida ''hace unos 2.800 años, ha tenido una clara y constante vocación de universalidad''. También consideró a Roma antigua como ''un faro al que muchos pueblos en busca de estabilidad y seguridad'', un centro de civilización y acogida. Una cultura romana que se elevó a un mensaje de ''fraternidad, amor, esperanza y esperanza y liberación que era mayor y más profundo''.
El cristianismo se difundió rápiamente gracias al ''testimonio de los mártires y el dinamismo de la caridad'' de las primeras comunidades cristianos. El mensaje de Jesús caló en una sociedad culta. Sin embargo, ''el Olimpo ya no era suficiente, había que ir al Gólgota y a la tumba vacía del Resucitado para encontrar respuestas al anhelo de verdad, de justicia, de amor''.
Un mensaje cristiano cambió personas e instituciones, hasta el punto de llegar a abandonar ''una institución como la esclavitud, que incluso muchas mentes cultas y corazones sensibles había parecido un hecho natural y dado por sentado''.
Sin embargo, el Papa asegura que la mentalidad de la esclavitud sigue presente, pues ''casi inconscientemente, a veces corremos el riesgo de ser selectivos y parciales en la defensa de la dignidad humana, marginando o descartando a ciertas categorías de personas''.
Roma pasó de ser la de los césares a la de los Papas. ''Y a veces con comprotamientos no felices'', ha recordado el Santo Padre. Desde esta Roma el mensaje de Cristo se difundió con más fuerza. ''La misión de la Iglesia no tiene fronteras en esta tierra, porque debe dar a conocer a Cristo, su acción y sus palabras de salvación a todos los pueblos''.
El Papa se refirió a la unificación italiana y la posterior conciliación entre la Santa Sede y el poder civil. Se ha referido a esta relación como ''un aporte humano''.
Francisco también ha firmado en el Libro de Honor del ayuntamiento y se ha asomado a la paza del Campidoglio, diseñada por Miguel Ángel, para saludar y bendecir a los fieles.
Fuente: Agencias