Por: Cardenal Claudio Hummes
El cardenal brasileño Claudio Hummes estuvo días pasados en Buenos Aires para exponer en un seminario internacional sobre el derecho al agua que organizó el Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro. En un alto, habló con Valores Religiosos del sínodo mundial sobre la Amazonia que se hará en octubre en Roma y del cual será, por decisión del Papa, su relator general.
-¿Qué hay que esperar del sínodo sobre la Amazonia?
-Tengo muchas esperanzas en ese sínodo. El Papa lo explica diciendo que debemos procurar caminos nuevos. Él dice que no debemos perder el enfoque de la presencia de la Iglesia en la Amazonia y procurar nuevos caminos para su misión. Y también contribuir a salvar la vida forestal, la vida ambiental y, sobre todo, la vida de la gente que está allí. En ese sentido, son prioridad los indígenas porque son los que están allí desde siempre, desde hace millares de años.
-Y que algunos quieren desplazar…
-Así es. El Papa decía durante su visita a Perú en Puerto Maldonado que los pueblos originarios jamás estuvieron tan amenazados, su vida y su entorno, como en este momento. Por eso agregaba que el sínodo es para resguardar, además de la naturaleza, fundamentalmente la vida no solamente de los indígenas, sino también de los otros pobres que están allí un poco olvidados y con muy poca fuerza para reivindicar sus derechos como el derecho a la tierra y otros.
-¿El cambio climático es también un desafío para el sínodo?
-Claro porque esos cometidos se inscriben en un contexto nuevo de la crisis global climática y ecológica, que sabemos que es realmente grave, que amenaza el futuro del planeta. Y que es urgente hacer algo para revertirlo de cara a 2050, a 2060, respondiendo ante todo a las necesidades de los propios habitantes de la Amazonia. Será pues un sínodo territorial, si bien lo que allí se decida tendrá repercusión mundial y, por supuesto, dentro de la Iglesia universal.
-¿Cómo se está preparando?
-Hubo una consulta a las bases que fue impresionante porque más de 80 mil personas fueron escuchadas. Expusieron sus ideas, sus objeciones, sus sueños, sus aspiraciones, sus sufrimientos, sus temores. Fue un trabajo muy grande. Eso muestra que el sínodo no es una cosa de especialistas. No, es la gente que se expresa. De hecho, un sínodo implica caminar con la gente. Porque la palabra sínodo significa caminar juntos.
-Usted denunció presiones para que el sínodo no tenga éxito…
-El gobierno de Brasil teme que sea un riesgo para la soberanía nacional. Sobre todo está preocupado por lo que podamos avanzar en la cuestión ecológica, en preservar la forestación y todo eso, ya que tiene otras ideas, otros proyectos. Lo dijo públicamente. Y que era necesario monitorear este proceso. De alguna forma quería participar. Pero no solo hay temor en Brasil, sino en los nueve países de la Amazonia. Incluso más allá de la región. Hay a mi juicio una resistencia organizada y fuerte. Pero el Espíritu Santo es mucho más sabio en esto y encuentra los caminos…
¿El argumento que se emplea es que se quiere detener el progreso?
-Depende de la ideología, de los intereses, de los proyectos que se tienen. Son los intereses de las grandes compañías mundiales y de los gobiernos, que quieren hacer dinero, divisas...