El Papa Francisco ha presidido una vigilia penitencial este martes, 1 de octubre, en la basílica de San Pedro para pedir perdón por los pecados cometidos por la Iglesia. Este evento, que se hecho por primera vez en los tres años que ha durado el Sínodo, ha sido un preludio a la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará desde el 2 hasta el 27 de octubre. La vigilia, abierta al público, ha contado con testimonios de personas afectadas por la guerra, el abuso y la migración.
El enfoque de la vigilia ha sido la confesión de pecados, proclamado por el cardenal Michael Czerny, prefecto del dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, en nombre de todos los bautizados. En particular, se ha pedido perdón por los pecados contra la paz, el medio ambiente, los pueblos indígenas, los migrantes, las mujeres, las familias, los jóvenes y la pobreza. También se ha reflexionado sobre temas como los abusos cometidos, el mal uso de la doctrina y la falta de sinodalidad, comunión y participación en la Iglesia.
Otros cardenales, como Víctor Manuel Fernández, prefecto del dicasterio para la Doctrina de la Fe, o el cardenal español Cristóbal López, han proclamado otras peticiones de perdón: «Quise escribir las peticiones de perdón que leyeron algunos cardenales, porque era necesario nombrar nuestros principales pecados», afirmó el Santo Padre.
El cardenal Mario Grech ha subrayado en una conferencia de prensa que el objetivo no es señalar culpables externos, sino asumir la responsabilidad compartida por el dolor infligido. Al final de la vigilia, el Papa ha hecho una petición de perdón dirigida a Dios y a la humanidad.
Este acto se sitúa en el marco del Sínodo de la Sinodalidad, en cuyo proceso participan teólogos de todo el mundo. Según el documento proporcionado por la Secretaría General del Sínodo, «una Iglesia que quiere caminar junta necesita siempre reconciliarse»: «En vísperas del inicio de la Asamblea sinodal, la confesión es una oportunidad para restablecer la confianza en la Iglesia y en ella, una confianza rota por nuestros errores y pecados, y así empezar a curar las heridas que no dejan de sangrar, rompiendo 'las cadenas de la maldad'», ha enfatizado el Papa durante la vigilia. El perdón es visto como el eje central ya que «constituye la realización fundamental de la Iglesia, porque sintetiza su naturaleza y su misión», explica el documento de la secretaría.
Fuente: El Debate