Domingo 26.03.2023
Nada que no tenga solución. Pero en el transcurso de seis meses sufrí la “visita” de delincuentes armados en mi casa, un accidente grave con el auto, un tornado que
destruyó un proyecto de chacra en el que había invertido todos mis ahorros, y pocas semanas atrás me quedé sin trabajo. Y todo fue imprevisible y sin negligencias de mi parte.
Enseguida me llovió una retahíla de frases hechas provenientes de amigos y conocidos: “No hay mal que por bien no venga”, “Vas a ver que vas a conseguir algo mejor”, o la más enigmática “¿Qué te querrá decir Dios con todo esto?” A veces me da la impresión de que para muchos Dios es como Ed Harris en el “Truman Show”, ese director general del universo que desde su comando ordena el lanzamiento de catástrofes y abre o cierra caminos para que la vida de sus hijos no escape a su guión. Así, aunque ahora no pueda darme cuenta, nalmente todo hallaría su explicación al nal de los tiempos. Pero en estos meses, mientras dedico mis horas a poner los medios para salir de la “mala”, mi vivencia fue distinta. No me animaría a apostar que Dios me aguarda con un premio maravilloso a la perseverancia a la vuelta de la esquina, ni que anda cerrando puertas y abriendo ventanas para que yo crezca en astucia y descubra nuevas posibilidades. En cambio, de alguna manera, todo me va con rmando que ese Dios todopoderoso se ha dignado a estar junto a mí y amarme. Y quizá ni ahora ni nunca necesité ninguna otra certeza.
