PROMOVIDO POR SCHOLAS OCCURRENTES

Encuentro entre generaciones para valorar la sabiduría de los ancianos

Por: María Montero

“Estar Juntos” es una iniciativa para que los jóvenes acompañen y dialoguen con los adultos mayores.
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En la antigüedad los ancianos eran los portadores de la sabiduría, los que dirimían conflictos y a quienes se les consultaban las cuestiones importantes de la vida. Y si bien algunas culturas todavía mantienen esa tradición, la realidad a la que se enfrentan hoy en día, especialmente en el mundo occidental, es la de no ser tenidos en cuenta. Considerados como el pasado y que poco o nada tienen para aportar al presente, basta con que tengan un lugar digno para vivir y esto es suficiente. A pesar de que muchos no tienen ni siquiera eso y hay que procurar que lo tengan, no es lo único necesario.

El año pasado, el papa Francisco instauró la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, en memoria de los santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús, precisamente para revalorizar su lugar y visibilizar la “cultura del descarte” a la que muchas veces se ven sometidos.

En su segunda edición, celebrada el pasado 24 de julio, Francisco señalaba: “Las sociedades más desarrolladas invierten mucho en esta edad de la vida, pero no ayudan a interpretarla; ofrecen planes de asistencia, pero no proyectos de existencia”. Por eso, cuando anunció el lema “En la vejez darán todavía frutos (Sal 92:15)”, aclaró que lo hizo “para promover el diálogo entre las generaciones, especialmente entre abuelos y nietos”.

La Fundación Scholas Occurrentes, a través de su programa Estar Juntos, hace concreto ese llamado desde la época de la pandemia en forma virtual y lo continúa ahora de manera presencial con jóvenes voluntarios de todo el mundo que se acercan a los abuelos con el único propósito de crear un encuentro genuino al compartir una charla.

“Todo ser humano necesita mucho más que un techo y un plato de comida –sostiene Dani, una de las voluntarias-. El ser humano está hecho para la compañía, los diálogos, los abrazos, las risas, los juegos, la complicidad, el arte y todo eso que sucede cuando hay un encuentro. Scholas me ha permitido aprender el sentido y el valor del encuentro con los otros en general, pero sobre todo con los adultos mayores. Me ha enseñado que con ellos formamos parte del presente y que su experiencia de vida tiene mucho que aportar a mi juventud y a mi búsqueda de sentido. La cultura del encuentro que he experimentado en Estar Juntos –agrega- me ha llevado a actos concretos, a cantar, a contar historias, a llorar, a divertirme. En una palabra, a estar con un amigo 50 o 60 años mayor que yo y poder allí encontrar el verdadero regalo en el estar con el otro”.

Gastón Remy, educador de Scholas que reside en España, explica: “El trabajo del voluntario es desnudar la mirada, las construcciones que tenemos de lo que es un adulto mayor, para solo encontrarme con esa persona, por eso la única técnica es la escucha. Y cuando sucede algo tan simple, nos transforma a todos”. Opina que hay que humanizar a los ancianos “porque pensamos que no podemos hablar con ellos como hablamos con nuestros amigos o con las personas de nuestro entorno y sin embargo es muy enriquecedor”.

Los encuentros se realizan en residencias o asilos donde los mismos abuelos se ofrecen para conversar con los voluntarios de Scholas. Y en este diálogo intergeneracional surgen amistades impensadas. Camila, otra de las voluntarias cuenta su experiencia: “La conversación fluía como si fuera un río. No hubo momentos de silencio ni incómodos, fue solo preguntar cómo estaba y de repente hablábamos de su historia. Le conté cosas mías y ellas suyas, sobre su familia. Fue un momento único y te quedan ganas de quedarte. Ellos se alegran y nosotros también”.

En la actualidad, Estar Juntos llegó además a la carrera de Magisterio en la Universidad de Granada, España, con tres materias afines al propósito de estos encuentros. Durante un mes, 100 chicos visitaron residencias para mayores para trabajar los contenidos junto a la experiencia.

La idea, aclara Gastón, es que este programa se adapte a los distintos lugares con sus características. “No queremos que se repita como si fuera una técnica. Las formas van variando pero la búsqueda es la misma.

No hay que anotarse en ningún voluntariado, sino donde uno está, en su propia familia, con su padre, su abuelo o tocar el timbre a un vecino y conversar. Lo bueno es que todos podemos hacerlo”.