Miércoles 22.03.2023

ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA - AUTOR: PBRO. GUILLERMO MARCO

Europa y su olvido de Dios

Por: P. Guillermo Marcó

Al viejo continente no sólo lo acecha una crisis financiera que toca lo moral, sino también el riesgo de perder su identidad y tradiciones debido a su baja tasa de natalidad. En el fondo, sufre por querer ignorar su raíz cristiana.
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Mientras los Estados Unidos, rifan su liderazgo económico y político y en Europa se debate, no ya acerca de su hundimiento, sino a qué hora habrá que ponerse el salvavidas para no ahogarse cuando la marejada que
se agita en los países más complicados económicamente de la comunidad europea empiece a expandirse,
cientos de miles de jóvenes de todo el mundo se preparan para vivir la semana que viene en Madrid, junto al Papa, la Jornada Mundial de la juventud.
¿Qué relación puede haber entre una cosa y la otra? Veamos. Muchos pensarán que la crisis es sólo financiera. Personalmente, creo que es una crisis de sentido y la consecuencia lógica de una crisis anterior que es sobre todo moral. Más aún: Si uno mira a Europa, mira la agonía de numerosas culturas
que planificaron en forma individual un suicidio en masa. No estoy intentando ser apocalíptico, sino esbozando razones de algo que allí se puede palpar.
Me explico: Hace ya muchos años se festejó la llegada de los anticonceptivos como la píldora. Cuando por entonces la Iglesia advertía sobre el valor de la vida y la familia, muchos se reían. Sin embargo, con la  sumatoria de decisiones individuales y de pareja de no procrear, los europeos pusieron en marcha su extinción como pueblos con sus identidades culturales y su conjunto de tradiciones. Porque, ante la merma poblacional, es necesario recurrir a la inmigración. Una inmigración que tiene una conformación diferente, más allá de la riqueza de su aporte. Un informe sobre las palabras más buscadas en Google durante esta semana en Europa consignaba que aparecía en segundo lugar “Ramadán”, es decir, el sagrado mes de ayuno de los islámicos,
que acaba de comenzar. 
Resulta paradójico, por otro lado, el anticatolicismo europeo que capea y niega sus evidentes raíces. Por caso, este año en Francia se conmemoraron los 800 años de la catedral de Reims, lugar sagrado donde Clodoveo, rey de los francos, recibió su bautismo de manos de San Remigio, obispo de esa ciudad, en el año 533. Este acontecimiento introdujo el cristianismo en Francia. Insólitamente, en el acto de conmemoración, el alcalde de  a ciudad prohibió el rezo del  Padrenuestro. En lo macro, recordemos que la Iglesia Católica no pudo si quiera introducir un párrafo sobre las raíces cristianas de Europa en la Constitución de la Unión Europea, pese a la insistencia de Juan Pablo II. 
Ahora bien: ¿No tienen nada  que cuestionarse la Iglesia europea sobre sus escasos resultados evangelizadores? ¿No será hora de que una Europa más humilde le pregunte a América cómo  quede hacer para reevangelizar sus pueblos y volver a convertir sus enormes catedrales en algo más que
museos repletos de tesoros artísticos, donde desanima ver capillas del Santísimo desiertas, sin nadie rezando? Dicho sea de paso, la Santa Sede puso en marcha hace poco un portal de noticias en italiano
e inglés. Por cierto, la iniciativa es valiosa, pero ocurre que la mayor cantidad de católicos del mundo hablamos el español. 
Sin duda será una invitación a la reflexión para Europa -un continente con escasa participación de la juventud- ver a jóvenes de todo el mundo en Madrid con el Papa. Jóvenes que les tocará seguir construyendo la Iglesia. Una Iglesia más evangélica, acaso minoritaria, pero anunciadora de su fe en Jesucristo. Una fe que no se apagará mientras haya quien se juegue por la fe en el Señor Resucitado, porque comprendió que es la única respuesta segura en medio de este mundo de inquietudes.