Sergio Rubín
Desde que comenzó su pontificado, Francisco ha dado señales de una Iglesia más integral y cercana a todos. La apertura a católicos divorciados en nueva unión ya los homosexuales fueron dos de los casos emblemáticos que, por así decirlo, despertaron la resistencia de los sectores más locuaces, minoritarios, pero muy poderosos y activos.
Jorge Bergoglio consideró y sigue considerando que -sobre la base de que ninguna regla está por encima de la misericordia de Dios- la Iglesia debe dejar atrás la primacía de un acto condenatorio -al menos así lo perciben muchas personas- para dar paso a otro que todos reciben. con amor y alegría, lo que, al final, lo hace creíble.
Hombre de procesos -cree que de manera paulatina los cambios son más duraderos, pero también consciente del peso de la tradición en una institución de tiempos milenarios-, Francisco iba llevando su “revolución cultural” un poco más adelante. El hecho de que Benedicto XVI estuviera vivo también era una condición.
Últimamente parece haberse acelerado. La elección del arzobispo argentino Víctor Manuel Fernández -un teólogo progresista- como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe constituye toda una señal. Francisco pidió que no se preocupara tanto por la pureza doctrinal, sino por la promoción del Evangelio.
Además, el Sínodo de Sinodalidad que tendrá lugar entre este y el próximo año seguramente será un hito en este proceso. Estarán presentes todas las cuestiones más importantes -divorciadas, homosexuales, diaconadas, entre otras-, según el documento de trabajo, producto de una amplia consulta a nivel mundial.
Al mismo tiempo, Francisco llegó a realizar una serie de nombramientos en importantes jurisdicciones eclesiásticas de clérigos en terreno afines a la línea religiosa, pero también de jóvenes por la importancia del oficio, que de alguna manera proyecta su cosmovisión de la Iglesia. más allá de su pontificado.
El mes pasado nombró arzobispo de Madrid a José Cobo, de 57 años, que se ha convertido en obispo auxiliar de la archidiócesis madrileña. y arzobispo de Bruselas a Luc Terlinden, de 54 años, hasta entonces vicario general de esta jurisdicción eclesiástica de la capital belga.
La Iglesia en Argentina también fue conquistada por la renovación franciscana. En mayo, el Papa sorprendió con la designación del obispo de Río Gallegos, Jorge Ignacio García Cuerva, de 55 años, nada menos que como arzobispo de Buenos Aires, la principal arquidiócesis del país.
Se supo que Gabriel Mestre, de 54 años, había designado al obispo de Mar del Plata como arzobispo de La Plata, jurisdicción históricamente muy conservadora que ocupó al frente, entre otros, de prelados como Antonio Plaza y, más recientemente, a Héctor Aguer.
García Cuerva estudió buena parte de su sacerdocio, hasta que fue nombrado obispo, en 2017, en barrios populares del norte del Gran Buenos Aires -llegó a ser párroco de la emblemática villa La Cava-, donde se ganó el aprecio de los gente por su empatía con ellos.
García Cuerva trató de paliar las necesidades del pueblo para lo cual buscó -según dijo- alianzas con el Estado, estableciendo relaciones con funcionarios de los diversos espacios políticos, a los que vinculó con funcionarios de los principales espacios políticos.
Más que las expresiones y gestos de simpatía hacia el peronismo cuando era sacerdote que se dieron a conocer tras su reciente designación y que generaron polémica, en 2012 evidenció su apertura para bautizar a los hijos de la artista trans Florencia de la V. A su Maestro también
construyó En la diócesis de Mar del Plata se mantuvo una intensa relación con políticos de todas las denominaciones y líderes de distintos sectores, lo que llevó a conformar una mesa de diálogo donde consensuar respuestas a las necesidades sociales.
Por motivo de una denuncia por abuso sexual contra uno de sus sacerdotes, Mestre dio rueda de prensa y la recibió de los familiares de la víctima, quienes lo animaron a realizar la denuncia judicial correspondiente. Además, se ofreció como testigo.
Incluso con más edad que García Cuerva y Mestre -tiene 64 años-, hay que incluir en la serie de nombramientos de obispos especialmente cercanos al arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, muy apreciado y con una gran labor solidaria.
Rossi va camino, además, de ser creado cardenal a finales de septiembre junto a Víctor Fernández. Lo mismo sucederá en algún momento con García Cuerva, lo que terminará de configurar la conducta futura de la Iglesia argentina.
Es claro que la Iglesia sobre el terreno en Argentina, pero en el mundo no es fácil ante un clima cultural refractario a la religión que ciertamente afecta a todas las religiones, lo que se traduce en una pérdida de fieles.
En el censo de 1960 -el último que preguntaba por la filiación religiosa- más del 90% de los argentinos se declaraba católico y en la última encuesta del CONICET y cuatro universidades públicas, sólo el 63%.
Francisco cree que la clave para atajar el drenaje y promover el Evangelio es el testimonio del entorno a todos, independientemente de su condición, con un mensaje de amor y un acto de alegría.
En esa línea, está eligiendo a los hombres que mejor encarnan para seguir avanzando en su revolución cultural dentro de la Iglesia.