La austeridad, un estilo de vida
Francisco sorprendió de entrada, al decidir que viviría en la Casa Santa Marta y no en el Palacio Apostólico, como sus predecesores. “Acá pueden vivir 300 personas”, exclamó cuando vió los aposentos papales.
Silla y sándwich para un custodio
Enemigo acérrimo de la formalidad y los protocolos, el ex arzobispo conmovió a todos cuando se supo que ordenó a uno de los guardias suizos que lo custodió de pie toda una noche que se sentara a comer un sandwich.
Boleto para pasear en el papamóvil
Las vueltas de Francisco con el papamóvil por la Plaza San Pedro saludando a la gente ya son un clásico. Como su abrazo a los enfermos. En una ocasión invitó a un chico con capacidades diferentes a que lo acompañara.
“Una Iglesia pobre y para los pobres”
Sin duda, su más impactante definición fue que anhela “una Iglesia pobre y para los pobres!”. Pero tuvo otras más en esa línea. La última: El sábado afirmó: “Me hace mal ver a sacerdotes y monjas en autos último modelo”.
Del lado de los sin papeles
Su última gran intervención se produjo el lunes, en Lampedusa, la isla italiana “de los sin papeles”. Dijo sobre las muertes de los africanos en altamar: “Estamos frente a la globalización de la indiferencia”.