Monseñor Fernando Bargalló, ¿qué impresión le dejó su paso por Haití?
-Impacta encontrarse con un país que, a su instalada pobreza, se agregó un dramático y gigante horror. Si la muerte esperada causa dolor, cómo comprender aquella que se produce de golpe. Es muy difícil entender cómo la vida puede ser arrebatada de raíz. A la vez, impresiona la capacidad de luchar creativamente, más allá de los enormes límites y escasez de recursos. Muchas noches no pude conciliar el sueño pensando en cómo guardar ese impacto para generar una solidaridad sostenida en el tiempo. Hay que sentir como propio el sufrimiento.
Por la cercanía, ¿lo sucedido en Chile nos impacta más?
-A mayor cercanía afectiva y mayores vínculos la conmoción es más intensa. En mi caso existía proximidad con Haití, pues la conocía por presidir la Pastoral Social de la región.
¿Cuál fue la respuesta de la comunidad internacional?
-Muy positiva. En Haití hubo una presencia enorme de todo el mundo. Sólo pediría desmilitarizar un poco.
Es una presencia necesaria, sin duda, pero no debería ser tan numerosa. En Chile la ayuda aún se está materializando, pero adquiere igual nivel de respuesta.
¿De qué manera los argentinos pueden ser solidarios?
-En Haití desde Cáritas se reunieron ya un millón y medio de pesos y acaban de partir dos personas, pues es necesaria la presencia directa. Para Chile se acordó, por ahora, no enviar donaciones en especies y abrir una cuenta corriente en el Banco Nación 38632/92; Sucursal Plaza de Mayo.