La educación necesita adaptarse a los tiempos y a un mundo conectado con la tecnología. Estudiantes del siglo XXI no encajan con profesores del siglo XX y contenidos del siglo XIX. Lo del alumno sentado escuchando ya no sirve.
El alumno quiere ser protagonista del cambio, no quiere ser tratado como un niño. El Papa admira a la juventud y por eso confía que la red mundial de escuelas sólo va a sostenerse si los jóvenes toman la posta.
Es fundamental que los chicos del mundo puedan soñar con tener acceso a lo que muchas veces creen que no es para ellos ni para sus comunidades.
Hoy hay mucha gente haciendo cosas muy positivas en el ámbito educativo, pero esas personas están desencontradas. Por eso la propuesta de Scholas Ocurrentes es crear una cultura del encuentro, una corriente de cambio con una conceptualización distinta de la pobreza, con una salida desde la educación que incluya a todos.