Por: Norma Kraselnik
El mes de Av, anteúltimo del calendario hebreo y que coincide eventualmente con los meses de julio-agosto, nos expone a dos conmemoraciones de carácter menor y que expresan estados de ánimo radicalmente opuestos. El día 9 (Tishá BeAv) tiene una connotación trágica y apesadumbrada, ya que recuerda la destrucción del Templo de Jerusalén y otros eventos lamentables que se produjeron ese día a lo largo de la historia: la declaración de las Cruzadas, el edicto de expulsión de los judíos de España, solo por nombrar algunos. Jornada de ayuno en la que se recitan las endechas o elegías del libro de Lamentaciones cuya autoría se le atribuye, según nuestra tradición, al profeta Jeremías quien presenció aquella destrucción del año 586 a.e.c.
Pasado Tisha VeAv y a medida que crece la luna y llega el esplendor del plenilunio, avanzan los días del mes hasta llegar al 15, Tu BeAv, en hebreo, que este año corresponde al viernes 16 de agosto. Ese es el día al que se hace referencia en el Talmud, aludiendo a una práctica usual en la época del Segundo Templo: «Dijo el Rab Shimón Ben Gamliel: No hubo días más alegres para el pueblo de Israel que el 15 de Av (...) en que las jóvenes de Israel salen con sus vestidos blancos prestados para danzar y cantar en los viñedos» (Talmud; Ta’anit 4: 7-8).
Era un día de júbilo, de reunión y de encuentro, de danza, melodías y de amor que posiblemente haya sido un tiempo festivo de las antiguas tribus que habitaban en la tierra de Canaán antes que los israelitas llegaran allí. Se celebraba durante la noche de luna llena del último mes estival del hemisferio norte, en donde se reunían los jóvenes que trabajaban en la vendimia dando comienzo a la cosecha de la vid. Era el momento en que a las muchachas solteras se les permitía dejarse ver y relacionarse con los muchachos casaderos.
Interesante es el concepto de la ropa blanca, símbolo de la pureza de las jóvenes que se identificaban con los propósitos del matrimonio, pero más aún lo es la cualidad de préstamo de dicha ropa. El mismo Talmud lo explica: «para que nadie se avergüence si no tuviera lo que ponerse» bregando por no dar cuenta sobre la procedencia de la familia o la clase social a la que pertenecía. Quizás sea este el origen de las costumbres modernas de las novias de tener algo prestado.
Así como al 9 de Av se le fueron adosando circunstancias penosas, al 15 de Av se le sumaron motivos de dicha. Según nuestros Sabios, en ese día se permitió el casamiento intertribal después del reclamo de las hijas de Zelofehad (Números 36: 8 -13). También fue perdonada y readmitida la tribu de Benjamín dentro de comunidad y se les permitió volver a casarse con gente de otra tribu (Jueces 21:18-24), entre otras tantas razones.
En la actualidad, el 15 de Av es un tiempo en donde se multiplican las bodas dentro de la comunidad judía, sobre todo en el hemisferio norte a modo de un San Valentín. Que a través de esta festividad de protagonismo femenino, en donde se reconoce al amor como valor supremo expresado en celebración sublime, podamos inspirarnos al encuentro con el otro para superar toda soledad y compartir el afecto en los innumerables tiempos de la vida.