EDUCACION

La escuela hoy: saberes y valores

Por: María Montero

Acompañar el proceso de formación de un chico implica transmitirle conocimiento y movilizarlo también para que se comprometa con la sociedad.
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Después de tres meses de vacaciones, sin exigencias de horarios ni rutinas, el inicio de las clases puede ser, para los jóvenes, la peor de sus pesadillas. Esto, más una cultura que profundiza el facilismo y el disfrute  momentáneo, el aumento del consumo de droga, tabaco y alcohol, y la desvalorización del esfuerzo para lograr metas, se convierte en un f uerte  reto menzar el año lectivo. El profesor José María del Corral, de la Vicaría de la Educación del Arzobispado porteño, advierte que para lograr una verdadera transformación de la sociedad “son importantes los conocimientos, pero no más que la formación de valores que lleven a buscare l sentido de la vida y su trascendencia”.
Estamos rodeados de una cultura de muerte y tenemos que ir contra la corriente planteando un proyecto de vida”, afirma Leonel Pesarini, encargado de la pastoral y la formación religiosa en la  escuela parroquial San Cosme y San Damián, del barrio porteño de Mataderos. Asegura que hoy en día es fácil transmitir conocimientos con la ayuda de Internet al alcance de todos, “pero a los alumnos tenemos que darles las herramientas que los ayuden a discernir, a pensar, a ser críticos, para poder construir”. Según su experiencia, acompañar el proceso de formación de un niño o un joven es movilizarlo para que se atreva a realizar proyectos que le impliquen un compromiso que rompa con el individualismo propuesto por la sociedad. “Cuando van a misionar, por ejemplo, ver que otros pueden ser felices con tan poco y ellos, en su realidad, a veces se quejan, los mueve a cambiar su mentalidad y muchos aspectos de su vida”, explica.
Existe también en la sociedad, la imagen de que los colegios católicos son sólo para quienes profesan esa fe, elitistas o caros. Este año, le aumento de matriculados de los sectores más vulnerablese n escuelas parroquiales echa por tierra ese mito. De hecho existen más colegios parroquiales en la periferia y dentro de las villas que en los barrios céntricos, donde muchos padres se vuelcan para lograr la contención de los chicos que quizás, dentro de sus familias no tienen. Uno de los casos es el jardín maternal Santa Clara, que funciona dentro del Convento de San Francisco, en el barrio de San Telmo y que desde hace 14 años recibe a los niños de los hoteles familiares, inquilinatos y casas ocupadas por familias de escasos recursos de la zona. Alejandra Carneiro, su directora, señala que “el mensaje cristiano no se transmite explícitamente, sino a través de la enseñanza con el testimonio, con la palabra, el amor y la vida de los que trabajamos”. Según ella, esa es la razón por la que los cupos están completos y tienen una larga lista de espera. En la selección primero ingresan los que menos tienen. Los que pueden, pagan y los que no, no.