Por: Firas Elsayer (Centro Islamico de la Rep Arg)
Los Profetas y Mensajeros de Alá son considerados los mejores de entre las criaturas y los elegidos de entre sus siervos. La fe en estos profetas y mensajeros es uno de los pilares fundamentales del credo musulmán porque, como enviados, son una evidencia de lo que nos espera. El primero de los mensajeros enviados por Alá fue Noé y el último, Muhammad.
Su prédica es una sola y sus legislaciones, varias. Toda nación ha tenido un mensajero especial que le trajo una legislación divina particular, o un profeta que le reveló lo que debían reformar de una legislación anterior. Dice el Corán: “Por cierto que enviamos a cada nación un Mensajero (para que les exhortase) a adorar a Alá y a evitar al Seductor” (Corán 16:36). Agrega: “No hubo ninguna nación a la que no se le haya enviado un amonestador” (Corán 35:24).
Pero aclararemos que los profe- tas y mensajeros son seres huma- nos y criaturas de Dios sin ningún atributo de soberanía o divinidad. Sobre esto, el Corán dice: “No poseo ningún poder para beneficiarme ni perjudicarme a mí mismo, salvo lo que Alá quiera. Si tuviera conocimiento de lo oculto, entonces tendría abundantes bienes y no me hubiera alcanzado ningún mal. Yo sólo soy un amonestador y albriciador para quienes creen [en mi Profecía]” (7:188).
Pero tienen todos los atributos de humanidad como enfermedades, muerte, hambre, sed, etc. El Corán cita a Abraham: “Me da de comer y de beber, cuando me enfermo, El es Quien me cura, y El es Quien me hará morir y luego me resucitará [el Día de la Resurrección]” (Corán 26:79-81). Y cita también al Profeta Muhammad cuando dice: “Yo soy un hombre como ustedes y me olvido como ustedes se olvidan; si es que me olvido de algo háganme recordar”.
Quien cree sinceramente en los Mensajeros y Profetas de Dios debe asumir las implicaciones básicas de esta creencia. Debe tener fe en que los mensajes que traen son la verdad venida de Alá y quien se niega a creer en uno de los Profetas y Mensajeros está renegando de todos. Es importante tener fe específica en los profetas y mensajeros mencionados por nombre –como Adán, Noé y Abraham– y tener fe general en los que no han sido nombrados. Dios dijo: “Te mencionamos [¡Oh, Muhammad!] algunos de los Mensajeros que enviamos y otros no. Y sabe que cierta- mente Alá habló con Moisés directamente” (Corán 4:164).
Consultado al Mensajero de Alá sobre cuántos eran los profetas, El respondió: “Son ciento veinticuatro mil y de ellos trescientos ochenta y cinco son mensajeros”. No es de extrañarse este número inmenso de profetas y mensajeros, pues Alá dice: “No hemos castigado a ningún pueblo sin antes haberles enviado un Mensajero” (Corán 17:16). En su misericordia infinita, Alá llegó a mandar varios profetas y mensajeros a un solo pueblo e incluso más de uno a la vez. Dios dijo: “Y proponles [a quienes te desmienten] el ejemplo de los habitantes de un ciudad, cuando se presentaron ante ellos los Mensajeros. Les enviamos dos de ellos y les desmintieron, entonces les reforzamos con un tercero, y dijeron [a los habitantes de la ciudad]: Ciertamente, nosotros hemos sido enviados a vosotros”.
La fe en los Profetas y Mensaje- ros produce frutos maravillosos. Como la infinita misericordia de Dios, que envió en su bondad pro- fetas y mensajeros que les prediquen y enseñen a las personas los asuntos de la guía divina y la adoración de Alá, pues sus mentes solas no podrían comprenderlos y alcanzarlos. Como poder agradecer a Alá por sus infinitas gracias y bondades sobre nosotros. Como querer a estos mensajeros y elogiarlos con lo justo y apropiado a su condición, pues ellos nos pre- sentaron la revelación de Alá, le adoraron como se debe y aconseja- ron para bien a la humanidad.