EFICAZ ESTRATEGIA EN ALDEAS DE ANGOLA

La música como instrumento para educar y anunciar a Dios

Por: María Montero

Como misionero, el salesiano argentino Andrés Randisi apela a la formación de orquestas juveniles.
Comparte

En Luanda, capital de Angola, se encuentra la misión salesiana de Calulo, un territorio devastado por la miseria como resultado de años de guerra civil que dejó como consecuencia bajos índices de expectativa de vida, muy alta mortalidad infantil y grandes desigualdades económicas.
Hace 30 años, conmovido por ese panorama, don Egidio Viganó, rector mayor de los salesianos en ese momento, pidió misioneros para ayudar a paliar, dentro de lo posible, la difícil situación que se vivía en las aldeas. Uno de los que se ofrecieron fue el hermano Andrés Randisi, un entrerriano que a través de la música había logrado educar y evangelizar a cientos de chicos en diferentes lugares de Argentina, formando orquestas de adolescentes y jóvenes.
“Me tuve que hacer músico por necesidad”, afirma el religioso de 76 años. “El superior me mandó a estudiar al conservatorio pero a los dos meses me destinaron a Puerto Deseado, en la Patagonia, porque la muchachada vivía en la calle, se emborrachaba”, recuerda. En poco tiempo hizo una orquesta de tres niveles que cambió la vida del pueblo.
“La vida me ha demostrado que en la educación la música es tan importante como matemática”, dice Andrés. Y agrega: “Don Bosco decía que una escuela salesiana sin música es como un cuerpo sin alma y yo traté de seguir sus pasos. Él mismo tenía una banda e iba por los pueblitos del Piamonte animando a los jóvenes”.
La situación en Angola no era fácil. De la misión a la capital tenía que caminar evitando las bombas. El régimen no permitía que hubiera educación privada, pero él se las ingenió para que le autorizaran una escuela profesional, que enseñara a trabajar. El idioma también era una complicación porque si bien el oficial era el portugués, en las aldeas se hablaba kimbundu y umbundu. Pero como él mismo dice: La música tiene el poder de unir lenguas y religiones.
Luego, con una democracia incipiente, las cosas fueron cambiando. Hace cuatro años, las hermanas de María Auxiliadora, uno de los colegios salesianos de Angola, recibieron dos cajas de instrumentos muy deteriorados, de un colegio de Brasil. No tenían dinero para arreglarlos, por lo que contactaron a un funcionario del
gobierno que además de costear la reparacióncompró los instrumentos de cuerdas necesarios para formar una sinfónica y contrató profesores de Filipinas para que ayudaran a Andrés con los arreglos de las partituras.
“Comenzamos con lo clásico, como la Oda a la Alegría, de Beethoven”, explica el religioso. “Yo les paso en mi computadora videos de profesionales, como André Rieu o Andrea Bocelli y es interesante ver cómo tratan de copiarlos. De esa manera también crecen culturalmente”, asegura.
“La evangelización con la música se va dando de forma natural –continúa Andrés-, respetando a cada joven, sin imposiciones, porque no todos son católicos. En la misa tocan todos sin obligación de rezar. Incluso los papás y mamás que son de otras religiones vienen a hablar conmigo cuando tienen algún problema y ellos mismos los acompañan, aún en actos religiosos. La música hace que todos participen”, afirma.
Este año 20 chicos entre los 12 y 14 años recibieron el bautismo y la primera comunión. “No es obligatorio – señala Andrés- pero yo voy invitando a la catequesis muy despacio y con mucho respeto”. Los cantos en la misa son en las lenguas tribales, incluso la lectura del evangelio o la guía la hacen en las dos lenguas: el portugués y el kimbundu, que es la mayoritaria.
Hoy la orquesta tiene 60 músicos estables y están comenzando otros 50 la primera etapa, con el estudio de solfeo. En la segunda etapa están los que ya pueden tocar el himno nacional, comienzan a estudiar los clásicos, el jazz y la música popular.
Hace un mes, en su paso por Buenos Aires, un ex alumno de Andrés que trabaja en la Naciones Unidas y ayuda a la misión de Angola, lo invitó al acto que se realizó en la quinta presidencial por los 70 años de los derechos humanos, donde cantó el coro del Teatro Colón. El religioso se acercó a felicitar al maestro y le comentó el trabajo que hacen los misioneros salesianos. “Se mostró tan interesado que me prometió que en febrero va a ir al menos un mes para enseñarle música a los chicos –dice emocionado Andrés-. Un hombre con esa trayectoria, mundialmente conocido… ¡Son esas sorpresas que Dios pone en el camino!