Por: Daniel Goldman
La primera pregunta que Dios le realiza al hombre, aparece en el libro de Génesis y fue a Adán: “¿Dónde estás?”. La primera pregunta que el hombre le formula a Dios, también se rescata del mismo libro, y fue de Caín:¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?
Ante la tácita respuesta divina que afirma que somos responsables por nuestro prójimo, la forma en que la Biblia asevera de manera pragmática esta sentencia, aparece en el libro de Deuteronomio: Jueces y policías tendrás en tus ciudades. Los jueces son los responsables de aplicar las leyes, mientras la función de los policías será la de imponer a los litigantes el cumplimiento del dictamen judicial.
Cuando una de las dos instancias se ausenta se instala una coyuntura crítica. Por eso, desde el Instituto del Diálogo Interreligioso, que hace años hemos fundado con mis amigos el Padre Guillermo Marcó y el profesor Omar Abboud, ante los hechos violentos que se han vivido en las últimas semanas en nuestro país, hemos apelado a través de un comunicado, a la serenidad y a la sensatez acorde al mandato bíblico del Deuteronomio. En dicha carta sostenemos que “valoramos y entendemos el sentido de profesionalismo de las fuerzas policiales, pero también sabemos que, dada la noble responsabilidad de la tarea desempeñada, el abandono de la misma genera un espacio de desconcierto, pérdida y dolor”. Estamos convencidos de que el compromiso con la paz social y la concordia son la motivación esencial del diálogo, instrumento que implica el hallazgo de un lenguaje común, fundamental para toda convivencia armónica.
Como ciudadanos que interactuamos en esta sociedad, debemos desarrollar el sentido profundo de alteridad responsable, es decir, la afirmación de que cada uno de nosotros debe comprometerse con el otro. Por ello alentamos a que cualquier acto de intimidación y de desborde social sea reencauzado, desembocando en la zona de la comprensión a través del camino del encuentro. Así, hacemos votos para que esta situación sea superada rápidamente, sin intransigencias, de modo que la ayuda mutua y la cooperación sigan orientándonos, exaltando la insigne valentía de hermandad que sostenemos quienes habitamos estas tierras.