- Por Tzvi bar Itzjak -
Será que alguno de los grandes diseñadores, creadores de moda, que fijan tendencia en cuanto a la alta costura, registran de algún modo que habría fuentes religiosas de la antigüedad que les indiquen qué es lícito crear y qué no? ¿O simplemente “marcar rumbo” implica aquello que la imaginación, la tiza y los moldes les consiente soñar qué prendas engalanarán las próximas temporadas? Hace un tiempo, una revista francesa dedicada a la mujer judía elevó el tópico en cuestión, generando desde la curiosidad hasta la polémica a los amantes del buen vestir.
¿Qué dicen los textos sagrados sobre la ropa? Buscando en el origen de los orígenes, se nos anuncia que aparentemente Dios no prestó gran atención a este detalle durante la creación. Adán y Eva se encontraban desnudos “y no se avergonzaban”, registra el libro de Génesis (cap. 2:25). Sólo después del incidente de la serpiente y de la ingesta del fruto prohibido (que según los investigadores era un tomate rojo y no una manzana, motivo para otro artículo), los dos primeros seres humanos abrieron sus ojos y se sorprendieron al hallarse descubiertos, o sea sin ropa. Y fue que “El Señor Dios creó vestidos de piel para ellos”. Aunque para los exégetas no queda claro si fueron cubiertos con su propia piel o la de otro ser vivo, de algún modo, la ropa terminó siendo una concesión a la debilidad humana. Y es, por cierto, que, más allá del simbólico relato de la creación, la vestimenta jugó un papel en el devenir de lo judío.
Las prendas de vestir ocupan un lugar en lo ritual, así como han reflejado una identificación religiosa, una condición social, un estado emocional e incluso un vínculo de lo hebreos con su entorno. El Midrash (antigua interpretación de los rabinos) enseña que por el hecho de haber conservado las vestimentas distintivas durante el antiguo cautiverio egipcio, ello mantuvo su propia identidad, haciéndolos dignos del rescate divino de la servidumbre.
Desde otro lugar, vale aclarar que las leyes bíblicas prácticamente no hacen referencia de manera descriptiva o prescriptiva a la ropa, aunque se distingue la orden de prohibir entramar y tejer lana con lino en una misma prenda de vestir (Levítico 19:19).
Los maestros de la tradición, en general, no encontraron ninguna explicación sólida y convincente que acompañe esta contravención. También le está vedado al varón usar ropa de mujer y viceversa (Deuteronomio 22: 5), aunque no se especifican las características de la vestimenta (en la antigüedad la túnica era una vestimenta para ambos y tampoco hay nada prescripto con relación a los pantalones, aunque las mujeres más observantes de la ley no usen).
En cuanto a la vestimenta de los antiguos sacerdotes que cumplían La vestimenta y la tradición Las prendas ocupan un lugar en lo ritual. Y reflejan una identificación religiosa, una condición social y un vínculo de los hebreos con el entorno. funciones rituales en el Tabernáculo y en el posterior Templo de Jerusalén, la Torá ofrece una descripción detallada y un minucioso inventario de ropaje para el caso del Sumo Sacerdote.
¿Será que de esta costumbre proviene el dicho que el hábito hace al monje? Por último corresponde destacar que aunque el atuendo sacerdotal era sumamente elaborado, engarzado con piedras valiosas y un vasto colorido, para el Iom Kipur, el Día del Perdón, la jornada más sagrada del año, se utilizaba una túnica absolutamente despojada y blanca, que simboliza la humildad.
De allí que la ropa blanca se tornó en un símbolo de pureza, en oposición al negro, que terminó siendo el color de la ropa de duelo. Finalmente, otra ley característica es la que requiere de los hebreos colocar flecos en las esquinas de una prenda de cuatro puntas (Números 15:37-41), como modo de recordar la observancia de los preceptos. Estos flecos llevan el nombre de “Tzitzit” y su uso está asociado al del Talit, manto que se utiliza para el rezo cotidiano.