LA VISION DE UN EXPERTO

“Los milagros tienen un fin espiritual”

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Para monseñor José Bonet Alcón, Dios hace un milagro cuando considera que su intervención va a tener grandes frutos espirituales y convenir a la salvación eterna de los involucrados. Presidente del Tribunal Eclesiástico Nacional, es uno los máximos conocedores en el tema de la Iglesia en la Argentina.
— ¿Qué es un milagro?
— Es una acción que está por encima de las leyes de la naturaleza, una acción lógicamente de Dios. Puede ser una curación instantánea, total y definitiva
como la Iglesia lo define y requiere para proclamar a una persona beata o santa. No puede haber convalecencia ni recaída. También -como apareció en ciertas canonizaciones- puede ser la multiplicación de un alimento. Que había arroz para diez personas y terminaron comiendo centenares. El milagro  tribuido a la intercesión del Cura de Ars fue que hubiera harina para alimentar a las chicas pobres que atendía.
— ¿Cuándo Dios lo hace? 
— Cuando va a obtener un fruto espiritual. Cuando va a lograr que la gente tenga más fe, esperanza, caridad. Que haya más oración, una mejor relación
con Dios. En fin, cuando ello permita que se fomenten los valores cristianos. Los milagros están encaminados a que se manifieste la presencia en el mundo del reino de Dios.
— ¿O sea: tiene un sentido?
— Claro. Tienen un fin inmediato porque Jesús, la Virgen y los santos se compadecen del dolor y quieren consolar. Pero también apuntan al más allá. Dios busca que se acerquen a él y se preparen mejor para la vida eterna. 
— ¿Y si no concede el milagro?
— Es que puede ocurrir que no convenga para el camino hacia la salvación. Me refiero a cosas como la salud, el trabajo. Por eso, las cuestiones temporales hay que pedirlas como Jesús lo hizo en Getsemaní: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. En cambio, las espirituales como más fe y caridad hay que pedirlas de modo absoluto. Y Dios puede tardar, pero las concede. “Pedid y recibiréis”, dice el Evangelio.
— ¿El que lo otorga es siempre Dios?
— Exactamente. El milagro lo hace Dios. Ni la Virgen, ni los santos. Pero a Dios le gusta que ellos se asocien a su obra así como las personas nos ayudamos unas a los otras para llegar a Dios.
— ¿Un milagro es algo infrecuente?
Creo que hay muchos más milagros de los que se conocen y de los que aprueba la Iglesia. A veces, como hay un 10 % de que un milagro haya sido producto  de una resucitación, la Santa Sede lo desestima, pero había un 90 % de posibilidades de que lo fuere.
— ¿Hay intervenciones de Dios que no son milagros?
— Si, los favores, que no llegan a ser milagros. Por ejemplo, cuando una persona reza para que llueva y no pierda la cosecha y así sucede. O para que
una persona no sufra en una operación. Incluso, a veces pasa que a una persona le sale todo como por un tubo, que experimenta una sucesión de cosas que hacen que todo le salga bien. Uno siente que está como “teledirigido”.
— ¿Qué le dice a los que no creen en los milagros y hasta se burlan? Creo que si una persona está ante el hecho más extraordinario, que ve que una persona se levanta de una tumba, si es escéptico, no lo va a creer. Y va a encontrar cualquier explicación, falsa, como que la ciencia todavía no pudo  Explicarlo. El creer o no creer en un milagro, en una obra de Dios, depende de una disposición interior. Hace falta humildad. Y, en último término, hace falta tener fe.