Por: Consejo de Pastoral Educativa
El objetivo de toda educación es humanizar y personalizar al hombre sin desviarlo, sino orientándolo eficazmente hacia su fin último que trasciende la finitud del hombre.
Educar supone comprender que lo más sublime de la humanidad es la trascendencia: la Vida en abundancia que nos ofrece Dios en su Hijo Jesús.
Así debemos valorar la tarea educativa de una escuela católica: una comunidad evangelizada y evangelizadora, una comunidad llamada al encuentro, la comunión y la misión. Es el encuentro personal con Cristo vivo, Aquél que está presente sorprendentemente en la vida del alumno y que se convierte en el centro afectivo del mismo, capacitándolo para descubrir la riqueza de la vida comunitaria y para responder libremente en un compromiso afectivo y efectivo de caridad y misión.
De hecho, las misiones que muchos jóvenes católicos llevan adelante en el tiempo de descanso veraniego es fruto de la formación integral desarrollada en el día a día de las aulas y de la escuela. En efecto, la tarea de fondo de la actividad educativa cristiana consiste en conformar comunidades de creyentes que se encuentran en torno a los saberes culturales socialmente significativos para su recreación crítica a la luz de la fe, buscando la conversión personal y grupal.
Esta tarea se da, en la vida escolar, a través de dos procesos que a su vez se abren en múltiples actividades. Por un lado hay un proceso que tiene que ver con la evangelización de la cultura y la inculturación del Evangelio. Es el proceso relacionado con el discernimiento que la comunidad educativa hace para descubrir a Dios en el seno de los bienes culturales. El lugar privilegiado de este proceso son los aprendizajes sistemáticos. Pero, además, está el proceso no menos central de la evangelización de las situaciones cotidianas, es decir, la tarea de ofrecer no sólo una visión de la vida profundamente evangélica, sino también coherente, con el fin de que esa visión sea operante en todos los actores educativos e incluso más allá de la propia comunidad. La misión nos hace solidarios en el Bien, nos estimula a educarnos recíprocamente en la Verdad y en el Amor.