Por: Sergio Rubin
No son tiempos fáciles para el catolicismo en la Europa opulenta. A las dificultades para enlazar un mensaje atractivo, sobre todo para los jóvenes, la baja práctica y un clero envejecido, se suma un ambiente cultural poco propicio a lo religioso que acaba de recibir un espaldarazo con una decisión de un tribunal europeo que efectuó una interpretación extrema de la neutralidad religiosa del Estado: objetó la exhibición de crucifijos en las escuelas públicas italianas. Ante una presentación de una ciudadana italiana nacida en Finlandia, que consideró que esa exposición afecta la educación laica de sus dos hijos, la Corte Europea de Derechos Humanos le dio la razón, al entender que constituye “una violación del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones”. E, incluso, de “la libertad de religión de los alumnos”.
El fallo -que el Gobierno italiano apeló en el acto- suscitó una fuerte reacción en Italia, no solo por pa-r te de la Iglesia Católica, sino incluso de sectores de la izquierda política -tradicionalmente atea-, que consideraron el crucifijo como un símbolo de las raíces históricas y culturales de la península. Pero la decisión del tribunal no es una golondrina de verano. Por caso, en España se discute una ley de libe-r tad religiosa que también incluye la eliminación del símbolo cristiano de las escuelas, además de los cuarteles y hospitales. En la Argentina hubo hace un tiempo una polémica a raíz de las movidas para quitar un crucifijo de la Universidad de Buenos Aires y una imagende la Virgen María del Palacio de los Tribunales. Ahora bien, ¿es razonable que en nombre de la neutralidad se quiten símbolos religiosos de los lugares públicos? ¿O debe considerárselo una ofensiva
anticristiana?
Para el sacerdote jesuita Ignacio Pérez del Viso, la decisión de la Corte “podría ser considerada como una punta de lanza de un ataque del laicismo fanático contra la religión. No dudo -agrega- que hay laicistas fanáticos como también religiosos fanáticos”. Cree que esteepisodio “forma parte de un proceso más amplio con una Europa laicista, respetuosa de las religiones y filosofías, que para avanzar en este ideal requiere de un Estado neutro, sin crucifijo, ni media luna, ni estrella de David. Pero al mismo tiempo -añade- está naciendo otra Europa que no se deja encerrar por el laicismo: es la que considera a la religión como un valor, similar al arte o a los humanismos filosóficos. Ocurre que es tal el peso de la religión en el mundo de hoy que no se puede ignorar”, redondea.
En la misma línea, el presidente del Consejo Argentino para la Libertad Religiosa (CALIR), el abogado Juan Navarro Floria, considera la decisión de la Corte “un error y un exceso, reflejo de un laicismo exacerbado que se vive en muchoslugares de Occidente”. En cuanto a los argumentos del tribunal, los califica sin vueltas de “muy malos”. Opina que “el crucifijo en el aula es un símbolo ‘pasivo’ que se justifica por la historia y la cultura de la nación y no viola la libertad de religión de nadie. Nadie -dice- está obligado a ningún acto de culto en relación al crucifijo, y los padres siempre podían educar a sus hijos en la propia religión”. Y señala: “La eliminación de todos los signos religiosos no garantiza la igualdad (porque privilegia a los ateos sobre los
creyentes), ni tampoco la libertad (porque también hay una mayoría de familias que libremente querían mantener esos símbolos en su sitio tradicional)”.
La filósofa y educadora Paola Del Bosco coincide. “Creo que esta decisión persigue otro fin porque la educación laica de los jóvenes no se va a ver perturbada por los signos de un credo religioso”, señala. Más aún: afirma que los que quieren la laicidad “tendrán una aliada muy poderosa en la cultura actual, con su creciente falta de referencia a lo espiritual”. Además, puntualiza que “un signo tiene valor cuando su significado se hace presente en la vida de las personas. El solo signo -subrayano produce la fe”. Por lo demás, dice que “si la exhibición de lossignos de una religión queran violencia a las otras religiones o posturas personales, no sería posible ninguna manifestación pública de fe sin que esto sea molestia para el
no creyente o creyente en otras cosas”.
Frente a estas cuestiones, el padre Del Viso cree que “lo que se impone es un diálogo entre las religiones y filosofías, como ya se está realizando, para evitar todo aquello que pueda ofender a los otros. Sumar y no restar. Por momentos -considera- da la impresión de que en nombre de los derechos humanos se puede nivelar hacia abajo”. A su vez, Navarro Floria opina que “la exclusión total de la religión de las aulas, y sobre todo de la religión histórica y mayoritaria, no hace más que crear analfabetos culturales. La educación -dice- debe propiciar la convivencia, el respeto y el aprecio por las distintas tradiciones. Eso es imposible sino se las conoce y aesa ignorancia lleva el laicismo extremo”, manifiesta. Del Bosco, en tanto, opina que si bien los padres tienen derecho a educar a sus hijos de acuerdo con sus propias convicciones, esto sucede en un mundo donde conviven
muchos credos. “Es una forma de intolerancia borrar lo referente a la identidad de otros”, considera. Además de que cree que “la referencia a la cristiandad en Italia es parte inescindible de su cultura”. Por eso, sostiene que “la motivación auténtica de estas presentaciones judiciales es más bien una estrategia anticristiana”. Navarro Floria opina que “estamos asistiendo a lo que un autor mexicano ha llamado ‘sacrofobia’. Hay personas y grupos -explicaque pretenden arrinconar a la religión en el ámbito privado, cuando claramente la religión tiene una dimensión colectiva y hay un derecho
a practicarla en público. Especialmente -dispara- parece que atacar al catolicismo es un deporte, que se practica gratis”. Con todo, Del Viso cree que “en el tema de los crucifijos, como ocurrió con el velo en los colegios franceses, terminará primando elsentido común, la belleza y el diálogo interreligioso sobre una interpretación excesivamente literal de los tratados”. Y Del Bosco concluye: “La fe no se impone, pero tampoco debe ocultarse”.