“No fue fácil para un joven obispo, enfrentar un fenómeno religioso poco común. En los orígenes procuré orientar el insólito acontecimiento de apariciones y mensajes marianos. Mi primer propósito fue acompañarlo mediante una oportuna
vigilancia y el ejercicio de la predicación”. Esto rememora hoy monseñor Domingo Castagna, entonces obispo de San Nicolás, al tomar conocimiento de las apariciones de la Virgen. “Mantén la mente fría y el corazón abierto”, fue el consejo para dilucidar el caso del recordado cardenal Eduardo Pironio a Castagna, quien terminaría ordenando la construcción del santuario, además de aprobar la publicación de los mensajes de la Virgen y de encabezar todas las peregrinaciones.