Por: María Montero
No hay duda de que tanto la familia como la escuela son esenciales para la formación de toda persona, como tampoco la hay en que es difícil adaptar la educación ante los rápidos y profundos cambios culturales.
Desde distintos ámbitos profesionales se afirma que escuela y familia deben trabajar juntas, aunque se reconoce también que en este vínculo suele haber complejidades propias, que al no ser comprendidas dan lugar a acusaciones, desvalorizaciones mutuas y que, por lo tanto, no favorecen el diálogo ni la colaboración.
En el caso de las escuelas católicas, cuya misión es, además, la formación en valores y la evangelización, su ideario está íntimamente ligado a las familias, es por eso que se trabaja desde una pastoral integradora estrechamente vinculada con padres, hermanos y abuelos. “Si bien entendemos que la familia es la primera educadora en la fe, sabemos que en este tiempo no es quizás el seno familiar el primer ambiente de evangelización -reconoce Guadalupe Bermejo, directora de Nivel Inicial y Primario del Instituto Parroquial Nuestra Señora de la Paz, del barrio porteño de Floresta-, por tanto el desafío, cada vez más grande para nuestras escuelas, es buscar nuevos espacios y propuestas de evangelización que signifiquen caminar de la mano de las familias haciéndolas partícipes”.
Para crecer en esa alianza, desde el colegio se gestionaron tres proyectos que fueron desarrollándose a lo largo del año. Uno de ellos fue el acompañamiento de los alumnos en la preparación para recibir el sacramento de la comunión. “Invitamos a las familias a compartir una jornada de espiritualidad junto a los niños que es organizada y llevada adelante por los docentes, catequistas y acompañada por los directivos”, explica Bermejo.
Estas propuestas son espacios de juego, oración y reflexión que tienen por finalidad el encuentro con Dios y buscan profundizar en la espiritualidad desde el seno familiar y escolar.
"Una iniciativa que también pueda contribuir a que muchos adultos, tal vez más alejados, se sientan invitados a volver a tener una relación personal con Dios”, agrega su directora.
Como todo colegio parroquial, cada año se realiza la Fiesta Patronal. Una celebración religiosa que hace a la identidad institucional, uniendo la parroquia y el colegio: por lo tanto familia y escuela.
“Estos festejos –señala Bermejotienen su dimensión religiosa en la que participamos de la Santa Misa y la tradicional procesión por las calles del barrio con la imagen de la Virgen de la Paz y también su dimensión comunitaria familiar en la que nos reunimos luego a compartir la cena”.
Para esta festividad buscan reunir a las familias desde los preparativos previos y la organización, convocándolas para realizar actividades con los chicos dentro de la escuela. Así, junto a sus padres, abuelos y hermanos, preparan bailes, canciones, representaciones y juegos para homenajear a la Virgen en torno a un lema que une las actividades con el trabajo espiritual. Según Bermejo, “este espacio de celebración, oración y festejo nos une y reúne en torno a la figura de María, Madre de todos, y nos hace sentir comunidad”. Otro de los proyectos de la escuela es el grupo “Aspirantes”, una actividad extraescolar para alumnos de 4° a 7° grado, donde las diferentes dinámicas, juegos, oraciones y campamentos tienen clara intención evangelizadora.
“Buscamos el desarrollo de la espiritualidad, el encuentro con Dios y el crecimiento en la fe a través de un espacio alternativo al formal escolar”, precisa Bermejo. Y agrega: “Los chicos que participan de este grupo lo hacen libremente, disposición que es favorable para su formación y evangelización. También desde este entusiasmo se busca incluir y hacer participar a las familias”.
“Creemos que ante un mundo que frecuentemente nos presenta una vida sin Dios –concluye-, el desafío es encontrar nuevos caminos para que los chicos lleguen a ser cristianos comprometidos con su fe que se refleje en sus gestos y palabras”.