- Santiago Fraga (Director ejecutivo Vicaría de Educación Arzobispado de Buenos Aires) -
Las revoluciones latinoamericanas promovieron un nuevo modo de organización nacional en el que la educación ocupó un lugar privilegiado. Se trataba de construir una identidad pero también de responder a la creciente expectativa de progreso social.
En este Bicentenario cabe preguntarse por qué hemos pasado de un Estado garante del derecho a la educación a un Estado de control que mucho regula y poco garantiza. Este avance burocrático corrió el eje, promoviendo un formalismo estadístico a la actividad de toda escuela y desatendiendo aspectos del aprendizaje. Asistimos a una cierta defraudación social: un sistema que garantiza que muchos chicos vayan a clase pero aprendan poco. El grito de libertad, hoy, necesita volver a sonar en la escuela.