Este sábado, Roma se convierte en el epicentro de la cultura con el Jubileo de los Artistas, un evento que reunirá a más de 10.000 creadores de 100 países. Entre ellos, nombres que han marcado el cine y la música como Giuseppe Tornatore, Tim Burton, quien dirigió películas como Charlie y la fábrica de chocolate o Eduardo Manostijeras, y Monica Bellucci, estarán presentes. Según explicó el cardenal José Tolentino de Mendonça en la rueda de prensa de presentación del evento, este encuentro contará con una destacada representación española, aunque no se revelaron los nombres de los participantes. La gran afluencia de artistas, agregó, demuestra el interés por unirse al mensaje del Papa Francisco, quien invita a explorar el arte como vía de encuentro personal con Dios.
Entre los artistas presentes, Bellucci ocupa un lugar destacado, especialmente para aquellos que la recuerdan como la inolvidable María Magdalena en La Pasión de Cristo (2004), la película de Mel Gibson que hizo historia. Un papel que, según ella misma reconoció, deseaba interpretar a toda costa. «Hice todo lo que pude para conseguir una audición», explicó en una entrevista para el London Evening Standard en 2012. «Ella era una pecadora como tú y como yo, su humanidad y su debilidad me conmovieron. María Magdalena encuentra la espiritualidad a través de Jesús; todos debemos tratar de encontrar nuestro lado espiritual», comentó la italiana. En la película, su interpretación de la mujer que acompañó a Jesús en su calvario aportó una visión humana y compasiva a una de las figuras más enigmáticas del Evangelio.
La película de Gibson, rodada en los estudios Cinecittà —el mismo lugar donde el Papa Francisco tenía previsto reunirse el próximo lunes con 700 artistas, pero tuvo que cancelar debido a su hospitalización por bronquitis—, fue una de las más impactantes de su género. No solo por la crudeza de sus imágenes, sino porque logró convertirse en un verdadero viacrucis cinematográfico que buscaba transformar la vida de quienes la vieran, tal como el propio Gibson deseaba (y predijo).
Las historias detrás del rodaje no fueron menos impresionantes: desde el rayo que alcanzó a Jim Caviezel, quien interpretó a Jesús de Nazaret, hasta las múltiples lesiones que sufrió durante el proceso. A esto se sumaron los innumerables obstáculos en la recaudación de fondos, así como en las estrategias de publicidad y el marketing, así como la oposición y el escepticismo de los medios de comunicación y del mismo Hollywood, que hicieron que La Pasión pareciera un sueño imposible y, sobre todo, condenado al fracaso. Hasta que, finalmente, se estrenó.
La película no solo superó todas las expectativas, sino que rompió récords. Con un presupuesto de tan solo 30 millones de dólares, la película recaudó más de 600 millones a nivel mundial, convirtiéndose en uno de los filmes más exitosos de la historia del cine independiente. Hasta la guionista americana Barbara Nicolosi llegó a decir que «al cabo de veinte años, una vez asentado el polvo levantado por la guerra cultural, cabe afirmar, de modo claro e indiscutible, que La Pasión de Cristo es la mayor obra de cine sagrado jamás realizada».
Este logro se alinea con lo que se busca en el Jubileo de los Artistas, un evento donde no solo se pretende celebrar el arte, sino recordar a todos los que forman parte del gremio que también puede ser herramienta para «educar una mirada contemplativa», como ya adelantó el Santo Padre en una audiencia con artistas el año pasado. «El arte nos educa en una mirada no posesiva, no cosificadora, pero tampoco indiferente, superficial». Por ello afirma que «los artistas están en el mundo, pero están llamados a ir más allá». Un concepto que Mel Gibson logró capturar.
Fuente: El Debate