Martes 14.01.2025

MUSULMANES

Tras ochocientos años se renovó el diálogo islamo-cristiano

Por: Ricardo Elía

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Francisco de Asís (1182-1226), santo de la Cristiandad, y fundador de la orden franciscana, y Nasiruddín Malik al-Kamil (1180-1238), sultán ayubí de Egipto, Palestina y Siria entre 1218 y 1238, fueron dos ejemplos ideales para su época de diálogo y convivencia islamo-cristiana.

Al-Kamil era hijo de Saifuddín alMalik al-Adil, hermano del sultán Saladino. El monje italiano Francisco de Asís se resistía a la idea de la cruzada y la lucha por las armas. La ocasión de su encuentro llegó cuando el contingente de la Quinta Cruzada decidió acampar en Damieta, en el delta del Nilo (Egipto), para enfrentar al ejército musulmán liderado por alKamil. Francisco llegó a Egipto, en el verano boreal de 1219. Su intención de evitar la cruzada bélica y predicar a los musulmanes le hizo dirigirse ante el mismo sultán. Luego de diversas peripecias logró llegar al campamento musulmán el 1º de septiembre de 1219 donde fue recibido amistosamente. San Francisco de Asís y Malik al-Kamil se encontraron como iguales, como hermanos.

La piedad y el amor que embargaban a Francisco merecieron la admiración del sultán Al-Kamil quien, reconociendo que los verdaderos cristianos eran la Gente del Libro (Ahl alKitâb) que menciona el Corán, otorgó un salvoconducto al místico umbro para poder visitar junto a sus hermanos el mundo del Islam.

“El pobre de Asís”, que fue capaz de establecer un diálogo comprensivo con el mundo musulmán, encarnaba en su armoniosa persona aquello de “buscar más comprender que ser comprendido”. Su encuentro con el sultán Malik al-Kamil fue el paradigma ideal que habla de las actitudes esenciales para un diálogo exitoso: sentirse enviados para ser instrumentos de paz, confiar en la posibilidad de una actitud abierta por parte del otro, renunciar a las armas y a las guerras, predicar más con la vida que con la palabra, comprender más que querer ser comprendidos.

Vale mencionar que antes de partir, Francisco le dijo al sultán que no podía aceptar sus obsequios de oro, plata y seda pero que sí aceptaría una comida. Extraño requerimiento de su parte ya que generalmente no tenía problema alguno con el hambre y las privaciones. Francisco deseaba ardientemente compartir el pan con el sultán, al que consideraba su hermano, y no su enemigo.

No es casualidad que el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, nacido en el barrio porteño de Flores, haya querido llamarse Francisco. Según sus propias palabras en el Ángelus del domingo 17 de marzo de 2013, en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, «Francisco de Asís para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación. Es el hombre que nos da este espíritu de paz.»

El 3 de febrero de 2019 el Papa Francisco llegó a Abu Dhabi, capital de Emiratos Árabes Unidos. Fue la primera vez en la historia que un Pontífice de la Cristiandad posó sus pies en la península arábiga. El 4 de febrero, junto a Ahmad Al-Tayyib, Gran Imam y Rector de la Universidad AlAzhar de El Cairo, República Árabe de Egipto, firmaron la Declaración «La fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común». Destacamos de ella estos párrafos elocuentes: “La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano que debe sostener y amar. Por la fe en Dios, que ha creado el universo, las criaturas y todos los seres humanos —iguales por su misericordia—, el creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana, protegiendo la creación y todo el universo y ayudando a todas las personas, especialmente las más necesitadas y pobres”

“En el nombre de Dios y de todo esto, Al-Azhar al-Sharif —con los musulmanes de Oriente y Occidente—, junto a la Iglesia Católica —con los católicos de Oriente y Occidente—, declaran asumir la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio”. “El Occidente podría encontrar en la civilización del Oriente los remedios para algunas de sus enfermedades espirituales y religiosas causadas por la dominación del materialismo. Y el Oriente podría encontrar en la civilización del Occidente tantos elementos que pueden ayudarlo a salvarse de la debilidad, la división, el conflicto y el declive científico, técnico y cultural”. “Es una necesidad indispensable reconocer el derecho de las mujeres a la educación, al trabajo y al ejercicio de sus derechos políticos. Además, se debe trabajar para liberarla de presiones históricas y sociales contrarias a los principios de la propia fe y dignidad. También es necesario protegerla de la explotación sexual y dejar de tratarla como una mercancía o un medio de placer o ganancia económica. Por esta razón, deben detenerse todas las prácticas inhumanas y las costumbres vulgares que humillan la dignidad de las mujeres y trabajar para cambiar las leyes que impiden a las mujeres disfrutar plenamente de sus derechos”. “En conclusión, deseamos que: esta Declaración sea una invitación a la reconciliación y a la fraternidad entre todos los creyentes, incluso entre creyentes y no creyentes, y entre todas las personas de buena voluntad; sea un llamamiento a toda conciencia viva que repudia la violencia aberrante y el extremismo ciego; llamamiento a quien ama los valores de la tolerancia y la fraternidad, promovidos y alentados por las religiones; sea un testimonio de la grandeza de la fe en Dios que une los corazones divididos y eleva el espíritu humano; sea un símbolo del abrazo entre Oriente y Occidente, entre el Norte y el Sur y entre todos los que creen que Dios nos ha creado para conocernos, para cooperar entre nosotros y para vivir como hermanos que se aman. Esto es lo que esperamos e intentamos realizar para alcanzar una paz universal que disfruten todas las personas en esta vida”.

Este lunes 18 de marzo, a las 19 horas, en la Avenida San Juan 3053 (CABA), el Centro Islámico de la República conjuntamente con la Conferencia Episcopal Argentina, en celebración de la Declaración de Abu Dhabi, realizarán un evento donde se presentarán exposiciones académicas y números artísticos y al que asistirán diversas personalidades religiosas, de la cultura y la educación.