JUDIOS

Tres valores clave para “cultivar”

Por: Daniel Goldman

Sólo sembrando la conciencia, el perdón y el amor pueden satisfacerse grandes anhelos.
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Fue hace pocos días que un nuevo año dio inicio en el calendario de la tradición judía. Todo nuevo año despierta expectativas y esperanzas. Pero para que puedan llevarse a cabo los anhelos y las posibilidades, es necesario cultivarlos. Antiguamente, el sagrado Templo de Jerusalén, del que hoy queda en pie solamente el famoso Muro de los Lamentos, era el recinto en donde el pueblo hebreo ofrendaba una muestra de lo que había cultivado. Y que interesante resulta, que la raíz del vocablo “cultivar” está vinculada al “culto”, o sea que el acto de cultivar significa la afirmación de una tarea espiritual. Entonces les propongo, queridos lectores, que en este nuevo ciclo nos dispongamos a cultivar tres valores para percibir que hay cambios y confianza en nuestra existencia:
1) Cultivar la conciencia
La conciencia es la “voz” fundan- te y distintiva de la tradición judía. Es la señal que subyace en la fe, en la ética y en los vínculos. Cuando los cambios dependen de nuestra voluntad, el vital sentido de ser conscientes son la forma de recuperarnos de cualquier locura para seguir surcando ideales, sueños, afectos, utopías, historias y recorridos. La conciencia es una sensata brújula oculta en nuestro interior que guía nuestra vida. Por ello, cultivar la conciencia significa desafiar todo dogma y jerarquía para que, como decimos usualmente, no nos lleven puestos.
2) Cultivar el perdón
Más que a menudo andamos por el mundo cargando con rencores, resentimientos, amarguras, enojos y odio. El perdón es la liberación del resentimiento por algún acto que nos ofende, nos mueve de nuestro eje, y nos desarmoniza en nuestra condición existencial. Desde ahí, que el perdón surge como un gesto de libertad. Al cultivar el perdón se nos ofrece una dimensión más elevada, en la que no hacemos una concesión al que nos ofendió, sino esencialmente nos superamos y nos permitimos seguir disfrutando de la vida, librándonos de tragos y memorias amargas. Siempre hay buenas excusas para seguir enojado, pero siempre hay mejores razones para perdonar. Vale la pena aclarar que perdonar no es relativizar el daño, ni cultivar el olvido. También corresponde añadir que el perdón, según la tradición judía, tiene sus propios límites, en la cual no ingresan las categorías de criminales y genocidas.
3) Cultivar el amor
El amor no es una opción. Es un mandato vital. La máxima manifestación de fe judía comienza diciendo “y amarás” (deut. 5) como un modo de Imitatio Dei, a través del cual la Divinidad nos concede su “Eterno Amor”.
“Si no amar por que vivir” rezaba el rabi Menajem Mendel de Kotzk. Aprender a cultivar el amor de tu pareja, de tus hijos, de tu familia, de tus amigos, resulta el ejercicio más sublime.
Que en este año hebreo 5776 que acaba de comenzar, cultivemos con ímpetu la conciencia, el perdón, y el amor, para que la dimensión humana pueda elevarse significativa- mente con profundidad.