Lunes 16.09.2024

INSPIRADO EN LA ENCÍCLICA LAUDATO SI

Un pacto internacional para combatir la contaminación del agua

Por: María Montero

Se busca que el sector público y el privado afronten juntos el problema en Perú, Guatemala y Argentina.
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Ya sea por uso descontrolado, por escasez o por contaminación, el agua es uno de los recursos naturales que más afectan a la humanidad con consecuencias tan graves que pueden provocar enfermedades y muertes, además de una gran inequidad que lleva a la extrema pobreza a sociedades menos favorecidas.

La encíclica papal Laudato Si advierte y marca el rumbo para lograr que todos los seres que viven en la Tierra puedan tener el derecho de consumir agua de calidad y cantidad para el desarrollo de la vida. Pero en la práctica, no es tarea sencilla.

En 2019, el Papa Francisco propuso un Pacto Educativo Global, “para dialogar sobre el modo en el que estamos construyendo el futuro del planeta y sobre la necesidad de invertir los talentos de todos”. Sobre esta base, Scholas Occurrentes, movimiento educativo internacional, impulsado por Francisco y Y.A. MAOF, una empresa israelí que acompaña proyectos tecnológicos para el tratamiento de aguas y residuos, lanzaron el año pasado el Pacto Educativo por el Agua.

Esta iniciativa permite articular el trabajo del sector público, privado y académico para lograr soluciones concretas sobre este problema.

Frente a este desafío, la semana pasada se realizó un foro en el que participaron referentes internacionales de distintas áreas, conformado por Scholas, Y.A. Maof y la Universidad Hebrea de Jerusalén.

El ingeniero Patricio Caruso, coordinador del Foro del Pacto Educativo por el Agua, afirma que a pesar de que hay muchas empresas que se ocupan de este tema, el problema no está resuelto. “De hecho hay muchas tecnologías desarrolladas –dice- pero si no hay políticas públicas, empresas que aporten capital, académicos que son quienes hacen la tecnología y las ONG, esto no cambia”.

Es por eso que considera fundamental que esta problemática marque una impronta.

Su opinión no parte de la teoría, sino de la vivencia que tuvo durante cuatro años en un pueblo de Añatuya, en Santiago del Estero, donde trabajó en una organización que trataba la desnutrición infantil.

Allí pudo ver de primera mano lo que pasaba con los bebés y los niños más pequeños. “Les dábamos a las madres la mejor leche en polvo que había –refiere- pero la preparaban con una agua malísima que a los chi- cos les provocaba diarrea y no subían de peso. Ellas nos decían que les caía mal la leche”.

“Destinamos mucho tiempo a enseñarles que tenían que hervirla o colocarle antes lavandina. Eso lo hacían dos o tres veces y después dejaban de hacerlo, porque el problema también es la educación. Los hábitos no se construyen de un día para otro”, subraya.

En ese marco se dio cuenta la importancia del agua para los más pequeños que ya comienzan su vida desfavorecidos, con parásitos, y de adultos tienen enfermedades más graves por los anticuerpos creados contra esa agua.

Las estadísticas revelan que cerca de 4 millones de personas mueren cada año a causa de fuentes de agua escasas y contaminadas.

Pero la realidad demuestra que muchas veces la dificultad no está en la cantidad de agua sino en la calidad, ya sea porque el almacenaje no es bueno, porque los tanques están abiertos o porque en los estanques el agua no es potable.

El Pacto Educativo por el Agua permitiría, por un lado, pagar al personal necesario dedicado a educar a la gente de esas zonas el tiempo necesario hasta que esté adoptado y por el otro, obtener la debida tecnología para potabilizar el agua.

Como parte del trabajo realizado en el foro se pensaron tres proyectos concretos especialmente para Latinoamérica que podrían ponerse en marcha con la anuencia de los diferentes sectores.

Para esta primera experiencia se eligieron los países de Perú y Guatemala. Y en nuestro país, El Impenetrable chaqueño.

Patricio afirma que Laudato Si “es nuestro referente y la trabajamos mucho, justamente por eso sabemos que las cosas no se resuelven solo desde la oración, sino que hay que llevarla a la acción concreta, porque como dice el Papa en su encíclica: la deuda social ‘se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres’.” (LS 30).