Por: P. Guillermo Marcó
Manuel Lozano Garrido será el primer periodista, al menos en la época moderna, en conseguir la gloria de los altares. ‘Lolo’, como se le conocía en la profesión, será beatificado el 12 de junio de este año. Y en Linares, la ciudad donde nació el 9 de agosto de 1920 y donde murió, el 3 de oviembre de 1971 después de trabajar en el diario ‘Ya’ y en las revistas ‘Telva’ y ‘Vida Nueva’, entre otras publicaciones.
Había sido un joven amante del deporte y de la naturaleza; alegre en sus travesuras infantiles y más alegre aún en sus juegos de juventud cuando comenzaba a abrirse a la vida. Se había formado en su fe en el centro de jóvenes de la Acción Católica de Linares por los años de la década del ‘30. Tras realizar sus estudios, a los 22 años se le detecta una enfermedad que, en sólo un año, le llevaría a una invalidez casi absoluta. Queda paralítico y, además, en 1962, ciego. Y, sin embargo, fue capaz de desarrollar una intensa labor profesional en diversos medios. En 1956, fundó la revista “Sinaí” para enfermos. Llegan a ser más de 300 los enfermos incurables a los que Lolo une y alienta, a través de la publicación que para ellos escribe mensualmente. Desde su rincón inmóvil, desde su silla de ruedas, Lolo arma con “Sinaí” grupos de oración por la prensa. Doce enfermos junto con un monasterio de clausura toman sobre sí el cuidado espiritual de un medio de comunicación social. De este modo -igual que Moisés mientras oraba con los brazos levantados en el Sinaí para ayudar a Israel- todos esos enfermos que “no pueden levantar ni sus brazos ni andar con sus pies” se convierten, sin embargo, en apoyo cristiano y apostólico para los periodistas.
Escribió el “Decálogo del periodista” y “La oración por los periodistas”, porque Lolo fue un periodista cristiano desde una doble vertiente: porque habló de temas religiosos, pero también supo hablar de las problemáticas más variadas, siempre desde la doctrina de la Iglesia, desde el enfoque de la fe: minería y urbanismo, escolarización, monocultivo y agricultura, crónicas de la ciudad, evolución del universo ... Además, publicó tres libros. No es fácil llegar a los altares de la Iglesia católica. El proceso es largo y complicado. Sólo se completa si se comprueba que Dios obró un milagro por intercesión del candidato. Entonces es beatificado. Y si le comprueba otro, es declarado santo. La congregación para la Causa de los Santos aprobó, en 2009, como milagrosa, la curación, por intercesión de Lolo, de un chico que padecía una septicemia generalizada, tras el dictamen de una junta médica. El niño que se curó será uno de los presentes en la ceremonia de beatificación de su santo protector. En este proceso tuvo mucho que ver una asociación que tiene su portal en Internet: www.amigosdelolo. com. A raíz del centenario de la fundación de la parroquia de San Francisco de Linares, se encontraron allí varios centenares de jóvenes de Acción Católica compañeros de Lolo que estaban esparcidos por toda España. En aquella convivencia surgió la idea: “¿Qué os parece si impulsamos el proceso de canonización de Lolo? Hicieron un trabajo tesonero, junto a los sacerdotes de la parroquia y el obispo del lugar. Como una premonición, el sacerdote, periodista y amigo de Lolo, José Luis Martín Descalzo, enterado de su muerte, le dijo a otro sacerdote que todos los que lo conocieron decían ante su partida: “Hoy ha muerto un santo”. Esa intuición compartida, sumada al tesón de sus amigos, llevará a un laico, periodista y iscapacitado a los altares.