UNA INICIATIVA DE LA IGLESIA EN BUENOS AIRES

Un refugio seguro para niñas y adolescentes

Por: María Montero

El Hogar del Pilar ofrece contención y seguridad a chicas que están expuestas a situaciones de vulnerabilidad.
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Según la psicopedagogía hay dos tipos de aprendizaje. Uno, el que se realiza en todos los momentos de la vida y es sinónimo de experiencia. Otro más restringido que tiene que ver con el ámbito escolar y que para que se realice adecuadamente, debe haber un entorno de seguridad, es decir, un hogar que les permita a los chicos estar protegidos y acompañados.

En la actualidad, la vulnerabilidad que sufren, especialmente niñas y adolescentes que viven en zonas de emergencia cuyas madres deben trabajar todo el día, empleadas con cama o incluso envueltas en casos de violencia familiar, las hacen indefensas ante la inseguridad. El aporte de la Iglesia de Buenos Aires a esta problemática surge en 2000, como gesto para el nuevo milenio, con la creación del Hogar del Pilar. Un espacio para que cada niña o joven viviera en un lugar que no sólo las contuviera y les diera seguridad física y emocional, sino que también pudieran sentirse valoradas, reconocidas y respetadas.

“El objetivo es que puedan desarrollar todas sus potencialidades, respetando su historia y su singularidad”, explica su directora, la psicóloga Liliana Misic. Y agrega: “Buscamos acompañar su crecimiento, la elaboración de situaciones complejas que pueden haber vivido, que conozcan sus derechos, y darles las herramientas necesarias para que busquen que los mismos sean respetados. Y lo pensamos no sólo para ellas sino también para sus familias, siendo ellas a su vez promotoras de vínculos saludables y hábitos que contribuyan a su desarrollo y al de su entorno”

El hogar pertenece a la Fundación Junta Parroquial Nuestra Señora del Pilar, una ONG formada por feligreses de la parroquia ubicada en la manzana de Santa Felicitas, en el barrio porteño de Barracas. En la actualidad viven 10 niñas que van a escuelas primarias y 20 jóvenes que cursan el secundario en diferentes colegios de la zona. Llegan el lunes por la mañana o el domingo a la tarde y viven toda la semana en el hogar hasta el viernes que regresan a sus casas.

La misión y el objetivo es acompañar la educación desde una espiritualidad cristiana –explica Daniela Stefani, directora de la Fundación-, por eso la pastoral no está enfocada en lo instructivo sino en el acompañamiento en los valores, aunque también se da catequesis para las que quieren prepararse a recibir los sacramentos”

Cuando llegan del colegio tienen apoyo escolar, talleres de circo, manualidades y otros formativos, sobre todo para las adolescentes. También hay un equipo de profesionales como trabajadores sociales, médicos, abogados y psicólogos. Todos a cargo de voluntarios. Por la noche las chicas cenan y tienen un momento comunitario de encuentro y oración. Luego, como en una familia, ayudan a limpiar y se van a dormir.

La fundación posee además una Casa Universitaria para que las jóvenes que salen del Hogar del Pilar puedan continuar sus estudios terciarios y universitarios, Casa de Reencuentro Virgen de la Paz que cubre las necesidades básicas de alimentación, vivienda y vestimenta de madres con hijos en situación de riesgo y Casa Saavedra, una especie de hogar familiar donde acogen a mujeres con necesidades temporarias de vivienda con un claro objetivo de que sea de paso. Todas las obras de la fundación son sostenidas con donaciones de feligreses, empresas y padrinos.

Las mujeres que pasaron en algún momento por el hogar “vienen a visitarnos y evocan su tiempo aquí como “el lugar” que les mostró otras oportunidades, diferentes salidas a las que les ofrecía su entorno –cuenta Misic-. Es hermoso que hoy compartamos con ellas la felicidad de sus sueños hechos realidad, sabiendo que son valiosas por ellas mismas”

“En definitiva –afirma Stefani- son mujeres que ven en el trabajo, el estudio y en sus hijos, la meta de un sueño alcanzado porque en un momento de su vida hubo alguien dispuesto a acompañarlas”.