ISLAM - AUTOR: RICARDO H. ELIA

Un soplo de esperanza por la paz

Las palabras de Francisco en Tierra Santa dan cuenta de su vocación por encontrar un entendimiento pacífico entre los países de Medio Oriente.
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El reciente viaje de Francisco a Tierra Santa ha sido muy promisorio y una gran esperanza para los pueblos de la región. "Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento". Estas palabras del Papa Francisco al presidente de Palestina, Dr. Mahmud Abbas, son más que elocuentes e indican el firme y sincero propósito que alienta al jefe espiritual de la comunidad católica.
La Tierra Santa es el lugar sagrado para cristianos, judíos y musulmanes y emblema del monoteísmo. Así podemos encontrar el pasaje bíblico que afirma: "Yo soy Dios, no hay otro." (Isaías 45:22) En el Corán, el Libro por excelencia del Islam que confirma la Biblia, leemos la aleya que dice: "No hay divinidad sino Dios Uno." (5:73).
La santidad de Jerusalén
Jerusalén (Al-Quds en árabe) contiene el Venerable Santuario (Al-Haram ash-Sharif), donde están la Cúpula de la Roca y la Mezquita Al-Aqsa.
El episodio del isra ual mi''raÿ (el viaje nocturno y la ascensión) se produjo hacia el año 620 d. C. de la misión del Profeta Muhammad (bendición y paz).
Al Profeta se le presentó el Ángel Gabriel que le anunció que su Señor lo recibiría en su presencia. Era de noche, y fue trasladado primero en buraq (un ser fabuloso) de La Meca a Jerusalén (isra), donde se encontró con las almas de los Profetas que le precedieron. Luego fue ascendido a los cielos (mi''raÿ), en número de siete, y en cada uno vio señales maravillosas del reino trascendente, y se encontró con los Profetas y Mensajeros divinos que le precedieron.
El angel Gabriel lo acompaña hasta el séptimo cielo y luego el Pro feta sigue solo, acercándose hasta la distancia de un arco del Trono Divino, donde adoró a su Señor. Durante la ascensión le son mostrados al Profeta el Paraíso y el Infierno y muchos otros signos. La referencia coránica a este hecho clave de la vida del Profeta es muy breve (17:1), pero la narración completa se puede encontrar en los Ahadíz o tradiciones del Profeta.
Las narraciones fidedignas indican que el Profeta retornó de esta experiencia y dio testimonio de ella a sus conciudadanos mequíes. Por todas estas razones, los musulmanes llaman a Jerusalén Bait al-Muqaddas (Ciudad de la Casa Sagrada) y al-Quds (la Santa), prístina alquila (el parámetro de orientación para las cinco oraciones diarias obligatorias) del Islam hasta 624 d. C., y tercera ciudad sagrada después de la Meca y Medina. Cuando Omar Bin Al-Jattab (Ra), el segundo Califa del Islam, llegó a Jerusalén en 638, trató a los habitantes cristianos y judíos de la ciudad con gran respeto.
Mientras estuvo en la ciudad, visitó la Iglesia del Santo Sepulcro, y hallándose allí se escuchó la llamada a los musulmanes para la oración al mediodía.
A pesar de la invitación que le hizo especialmente el Patriarca Sofronio, la máxima autoridad cristiana en la ciudad, el Califa Omar se rehusó, no obstante, a decir su oración en el santuario cristiano, temiendo que alguien en un FUTURO pudiera transformarlo en mezquita. Así, salió de la iglesia del Santo Sepulcro y se prosternó en el suelo orientado hacia el sur, hacia La Meca.
Siguiendo los pasos del Profeta y las enseñanzas islámicas hacia las religiones monoteístas, el Califa Omar extendió un Edicto que entregó al Patriarca garantizando la total libertad religiosa de la población cristiana.
A partir de entonces, la llave de la Iglesia del Santo Sepulcro permaneció confiada a un musulmán que la abría muy temprano y la cerraba muy tarde.
Hoy día esta ceremonia sigue siendo una tradición reconocida por cristianos y musulmanes en Jerusalén.
El santuario de Hebrón
El Santuario de Abraham (Al-Haram Al-Ibrahimi) en Al-Jalil (Hebrón) fue edificado en honor al Profeta Abraham que, según la tradición islámica, pasó por la ciudad en su camino a La Meca. El Califa Omar Bin Al-Jattab, también en 638, concedió a la comunidad judía de Hebrón el derecho a construir una sinagoga junto a la mezquita, y también un cementerio, ya que la venerable urbe cisjordana contiene las tumbas de los patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob) y las matriarcas (Sara, Rebeca y Lea). La Paz sea con ellos.