El texto bíblico nos indica claramente que desde la segunda noche de Pesaj, la pascua judía, habremos de
contar 49 días, o sea 7 semanas completas. Recordemos que la Pascua conmemora la salida del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto. Interesantemente, este período de tiempo representa el primer tramo del andar por el inhóspito camino para llegar a la tierra prometida, 40 años más tarde. Pero la tradición nos enseña que esa cuenta iría a poseer un encanto especial: al llegar al día 50, el grupo liberado iba a comprender el
porqué de esa liberación: La entrega y recepción de los 10 Mandamientos.
El capítulo 20 del libro de Exodo, nos relata con lujo de detalles, cómo el campamento de Israel se prepararía para ese acontecimiento inefable que se llevaría a cabo al pie del Monte Sinaí. Truenos y relámpagos se oyeron y se vieron, y el pueblo entero, como si fuese una sola voz, respondió: Haremos y escucharemos la palabra divina, transformada en sentencia a través de una decena de frases contundentes y profundas, que a la distancia temporal se transformarían en el código ético de la humanidad. A partir de anoche y durante el día de hoy y mañana, la Comunidad de Israel recrea, festejando en todas sus sinagogas ese acto tan decisivo, leyendo nuevamente las Diez Máximas, y generando compromiso con el verbo divino a través de nuestras
acciones cotidianas.
Dice Milton Steimberg que la concepción que encierran los Mandamientos se convirtió en la preciosa posesión de todos los hombres, otorgándoles fortaleza en los momentos de fatiga y esperanza en los instantes de desesperación. Así, pues, la fiesta de ”Shavuot” que significa “semanas”, como cada año, ha llegado nuevamente. ¿Para qué? Para que la humanidad toda recuerde sus leyes fundantes en beneficio de su historia y de su mismísimo futuro.