Asia Bibi es una cristiana paquistaní de 45 años, esposa y madre de cinco hijos. En junio de 2009, mientras trabajaba en el campo, un grupo de mujeres la acusó de blasfemar contra el profeta Mahoma, luego de una discusión que tuvieron por considerarla impura para beber del mismo vaso de agua. Fue detenida por violación de la llamada “ley antiblasfemia” y más tarde condenada a morir en la horca. Según comentó su abogado, el juez le dijo que si se convertía al Islam sería perdonada, a lo que Asia Bibi se negó. Distintas organizaciones del mundo se movilizaron para pedir su indulto al presidente de Pakistán. El gobernador de Punjab, Salman Taseer (musulmán) y el ministro de las Minorías, Shabaz Bhatti (católico), fueron quienes más lucharon por conseguir no sólo la liberación de Asia Bibi, sino la modificación de la legislación. Finalmente, el presidente la indultó, generando la reacción de los fundamentalistas. Así, el 4 de enero de 2011, el gobernador de Punjab fue asesinado por uno de sus custodios y, el 2 de marzo, el Ministro de Minorías, fue acribillado a mansalva por miembros del grupo extremista “Tehrik-e- Taliban”.
Shabaz Bhatti (a quien los obispos de Pakistán postulan como mártir), había escrito tiempo antes de morir: “Consideraría un privilegio el que, en este esfuerzo y en esta batalla por ayudar a los necesitados, a los pobres, a los cristianos perseguidos de Pakistán, Jesús quisiera aceptar el sacrificio de mi vida”. Pese a estos lamentables sucesos, el caso de Asia Bibi no está cerrado. Si bien en principio se libró de morir en la horca por el indulto presidencial, permanece en la prisión de Sheikhupura, a la espera de la decisión del Tribunal Supremo de Lahore, donde se interpuso un recurso de amparo contra el indulto.